lunes, 7 de junio de 2010
ÚLTIMA PRÁCTICA DE LABORATORIO
Una profesora de Química preparada a hacer la última práctica de laboratorio con el alumnado de segundo de bachillerato. Estos estaban a punto de acabar sus estudios y abandonar el instituto para comenzar nuevos caminos. Sin decir ni una palabra, cogió un vaso de precipitados de un litro y procedió a llenarlo canicas. Entonces preguntó a los estudiantes si el vaso de precipitados estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.
La profesora cogió una caja llena de perdigones y los vació dentro del recipiente. Estos llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las canicas. La profesora volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.
A continuación, la profesora cogió una caja con arena y fue derramándola dentro del recipiente. Por supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos. La profesora volvió a preguntar de nuevo si estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí unánime.
La profesora, por último, añadió dos tazas de café. El aroma invadió el recinto. De mientras el amargo líquido fue ocupando todos los espacios vacíos entre los granos de arena. Los estudiantes reían.
Cuando la risa se convirtió en curiosidad, la profesora les dijo “Hoy no hay lección de Química. Quiero que os fijéis que este vaso de precipitados representa la vida. Las canicas son las cosas importantes de la misma como la familia, la salud, los amigos, el amor, cosas que os apasionen. Son cosas que, aunque perdiéramos el resto vuestras vidas aún estarían llenas. Los perdigones son las otras cosas que nos importan menos. La arena es el resto de las pequeñas cosas”
Continuó diciendo:
“Si primero pusiéramos la arena en el recipiente, no habría espacio para los perdigones, ni para las canicas. Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes. Prestad atención a las cosas que son cruciales para vuestra felicidad. Estableced vuestras prioridades, el resto solo es arena”.
Una de las estudiantes levantó la mano y le preguntó qué representaba el café. La profesora sonrío y procedió con satisfacción a responder:
¡Me encanta que me hagas esta pregunta! El café es para demostrar que aunque vuestra vida os parezca llena, siempre hay un lugar para dos tazas de café con un amigo.
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¡Yo quiero una profesora de Química así! Muy bueno, toda una lección magnífica para tener presente siempre.
ResponderEliminarGracias, Alicia.
Un abrazo.
Hola Alicia,
ResponderEliminarEn un mundo dominado por las prisas, la gente como tu profesora de química es una excepción. ¿En qué nos convertiremos si falta ese café, esa excusa para sentarse y charlar?
Yo lo tengo claro: seremos una tarde de domingo en el Corte Inglés.
Un abrazo.
Deberíamos, Alicia, hacer más a menudo experimentos como el que propones.
ResponderEliminarLos "antioxidantes" del café son un ingrediente imprescindible en la vida. la alargan, la enriquecen...
Buena aportación, compañera.
Un besazo.
Maribel, yo fui afortunada. Tuve una profesora de Química como la del relato hace un pilón de años. Se casó con nuestro profesor de Dibujo, del qué todas andabamos enamoradas. Se lo perdonamos por ser ella ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose Antonio, en todos los ámbitos hay muchas más excepciones de las que creemos. Sólo hay que identificarlas y no dejar escapar la oportunidad de conocer a las personas que se encuentran detrás de las mismas.
ResponderEliminarCon respecto a los cafés, nosotros somos persistentes. Intentaremos que no falten.
Por cierto, acepto el reto de intentar ese micro de título "Tarde de domingo en el Corte Inglés".
Un abrazo.
Aster, esos alumnos del relato mañana empiezan las pruebas de Selectividad. A partir de ahí serán del mundo que, como dice la canción que he insertado, gira y gira.
ResponderEliminarHoy con los de 4º de la ESO hemos hecho yogurt de todos los sabores, de chocolate, azucarados, naturales, con mermelada casera y por supuesto de café. Se han quedado en el horno a 40º. Mañana a la nevera y pasado se los comerán.
Aster, aparte de lo que nos hayan enriquecido los cafés, te puedo asegurar que si hay algo que es imprescindible son las personas con los que nos los he tomamos.
Un abrazo.
Un pensamiento profundo en un recipiente simple. Está muy bien. Entradas como esta hacen falta más a menudo para que no nos olvidemos de pensar en el trayecto. Y, sobre todo, para saber donde estamos...y por donde andamos. Gracias, Alicia.
ResponderEliminarEs verdad Emilio que muchas veces pretendiendo llegar a la cima se nos olvida disfrutar de la belleza del camino. Acaso, en un recodo del mismo, uno pueda llegar a vivir una maravillosa historia y desde ahí tomar otro rumbo o llegar a la cima que ansiabamos aún mejor acompañados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buena y bonita lección, Alicia, poco más puedo decir, salvo que mucha suerte tienen y hemos tenido los que hemos estudiado contigo.
ResponderEliminarSaludos
Me voy a meter donde no me llaman, pero vaya regalazo que te acaba de hacer Jon Ander, Alicia.
ResponderEliminarY yo que me alegro, por supuesto.
Besos.
Jon Ander, primeramente gracias por seguirnos sigiloso. Imagino que andarás a tope con los exámenes en la Uni y por eso valoro aún más tu gesto. Continúo con otro gracias por escribir lo que tantas veces he sentido por parte tuya y del alumnado en general. Ese es el motor principal que me ha ayudado como docente, el saber que tenía delante a personas dispuestas a que aprendiésemos todos juntos y con ello el haber conseguido romper el mito de la soledad del profesor en la tarima. Por último decir que siempre me he sentido afortunada en mi trabajo. Eso me ha permitido ser parte de muchas vidas que han trascendido más allá de lo puramente académico como ha sido tu caso y el de muchos otros.
ResponderEliminarTe deseo a ti y a los colegas de la facultad de Vitoria ánimos para los últimos exámenes.
Besarkadatxu bat.
Por cierto, ya han llegado los títulos de bachillerato de vuestra promoción.
Maribel, efectivamente emociona ese reconocimiento que además es mutuo. Fue una suerte haberlo tenido como alumno.
ResponderEliminar¡Esto sí que ha sido una de las canicas del experimento!
Un abrazo.
Alicia, empezaré por el final, como solía hacer con los examenes, y te recuerdo que izaskun y yo ya fuimos a por el título y que estubimos hablando levemente contigo, aunque fue solo un instante. En cuanto a los examenes, mañana tengo microbiologia y te puedo asegurar que esos bichos son capaces de meterse entre los granos de arena y amargarte el café, pero por suerte no vivirán mucho, jeje
ResponderEliminarSaludos y a ver que despedida les haces a mi hermano&company
Difícil mantener un equilibrio entre canicas, perdigones y arena. Sobre todo porque las prioridades cambian y lo que hoy es una canica se convierte en arena o viceversa.
ResponderEliminarA veces, las cosas insignificantes son las que hacen más llevadera las importantes...como tomar un buen café.
Preciosa lección.
Un abrazo.
Mari Carmen, no tengo yo muy claro que algunas canicas de mi vida puedan llegar a convertirse en arena...
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo en lo del café. Sin ir más lejos podemos citar lo suculento, productivo y entretenido que ha sido el de esta tarde.
Un abrazo.