Actividades laborales-corrección de los últimos exámenes en bachillerato previos a la selectividad- y familiares-acudir al acto de reconocimiento académico y entrega de la orla a nuestro pequeño gran Javier-de los últimos días habían impedido estar físicamente en un lugar dónde estábamos ya con la mente. Un día soleado iba a dar paso a que nuestra jornada de reflexión la pasásemos en la Plaza del Arriaga de Bilbao. En dicho lugar, continuaba la acampada que había comenzado con la llamada del 15M y que por medio de las diferentes redes sociales se había ido difundiendo. Empezando con gran repercusión en Madrid, y continuando en las plazas de muchas capitales españolas, el eco de la llamada se había ido propagando. El lema
YES WE CAMP comenzaba a hacer efecto en muchos seres indignados por la situación del país pero ilusionados por dar un paso hacia el cambio.
Desde el puente del Arenal, a hora muy temprana, tímidamente ya se divisaba el tumulto de gente empezando a organizarse para las actividades del día. Un majestuoso teatro Arriaga sería testigo ayer, al igual que los días anteriores, de imnumerables visitas con alforjas llenas de herramientas para intentar modelar la historia del mañana. Las herramientas eran, fundamentalmente, las palabras.
Una vez en la plaza, pudimos observar lo mismo a estudiantes con los apuntes en mano, preparando los exámenes de la próxima semana pero sin renunciar al apoyo de su presencia, como a una estudiante de Bellas Artes intentando reproducir los momentos que el día iba deparando. Os puedo asegurar que cada paso era una miscelanea fotográfica para la retina.
Al lado lateral derecho del teatro, se había instalado "la carpa de redes" con cuatro ordenadores. Desde ellos continuamente se estaba enviando información a Facebook y Twitter. Asimismo, se mantenia la página web, abierta para dar cumplida información de lo que iba aconteciendo(www.bilbao.tomalaplaza.net). En ningún proceso electoral anterior, las redes sociales habían tenido jamás la dimensión de protagonismo que estaban teniendo en esta ocasión.
La organización era perfecta. El que iba llegando al lugar podía simplemente conformarse con estar o sumergirse en las posibilidades de colaborar y ayudar a dinamizar el paso de las horas. Una de mis primeras colaboraciones fue ayudar a un estudiante en un proyecto de intercambio con la Universidad de Deusto con un cuestionario para poder realizar posteriormente un trabajo. Me comentó que el trabajo ya estaba propuesto con anterioridad a la convocatoria del 15M. Pero que con ocasión de la misma, la gente estaba más abierta a colaborar con él que cualquier otro día a pie de calle, por mucha identificación que llevase. Realmente sólo le quedaba sentarse a gestionar y dar forma a toda la información que había recogido. Fue interesante ese momento intercultural. También os he de decir que la plaza era una manifestación étnica muy variopinta. Digamos que, en esta ocasión, la calle fue tomada sin exclusión de razas, color, edad, religión, genero, ideario político...
Al lado de la carpa de redes se encontraba la cocina. En la misma, una actividad sin límite. Bocadillos, galletas, fritos, bebidas isotónicas, café...Cualquiera podía acercarse para reponer energías. Sobre todo aquellas personas que estaban colaborando de manera continuada en la buena organización de la acampada.
Un poco más apartados, se encontraban los enseres para la noche como esterillas, moquetas, colchones... También servía de almacén para las mochilas, guitarras...
Según el sol iba asomandose, no queriendo perderse su participación, la gente se iba aproximando en más número. Unos por curiosidad y otros por convicción en la necesidad de hacer algo ante la indignación generada por la situación socio-ecónomica que se vive. El programa de actuaciones comenzaba. Aquellas escalinata, inicialmente vacia, no permitía ya más aforo. El suelo era tomado poco a poco a modo de tapiz humano multicolor.
Uno tras otro fueron actuando voluntarios con la intención de ir amenizando el paso de las horas. Mientras unos reflexionaban en corrillos, otros eran testigos de las actuaciones. Desde hip-hop a música rock pasando por actuaciones malabares. La megafonía, situada en una de las emblemáticas farolas de la plaza, junto con las nuevas tecnologías a golpe de ordenador daban oportunidad a algunos de demostrar sus habilidades y a otros a disfrutar de las mismas.
Otro de los recursos fue la carpa de la biblioteca, abastecida con libros donados por particulares y librerías tras la petición lanzada el primer día.
La limpieza de la plaza estaba garantizada por el escuadrón de limpieza que, por turnos, a golpe de escoba y recogedor iba bariendo el recinto.
Con el paso del día, se iban incorporando también cuadrillas que de manera pacífica traían sus peticiones en forma de artilugios, murales,... Los de la imagen eran un grupo a favor del recorte del gasto militar.
Cualquier pared, columna o farola fueron utilizadas para colgar las numerosas reivindicaciones. Desde las frases más serias y contundentes hasta la fina ironía en clave de humor.
En una zona, justo frente a la entrada del teatro, en folios multicolores se podía expresar lo que cada uno sentía. Ilusiones, esperanzas y deseos se mezclaban con mensajes de repulsa a políticos, banqueros y empresarios. Os puedo asegurar que a la brisa de la tarde ondeaban prosa y poesía de la mejor.
No dejé pasar la oportunidad. Soltando amarras, un barco con mis mejores deseos surcó ese mar de intenciones en movimiento hacia un futuro un poco más justo y mejor.
Por las esqinas de la plaza había pequeñas mesas en las que con un horario determinado se podía participar en talleres. Asimismo, diversas charlas engrosaban la lista de opciones para poder participar.
Me llamaron especialmente la atención dos talleres. El de aprender a hacer un curriculum vitae, que además ayudaban a traducirlo al inglés y el taller de poesía. Las poesías se fueron leyendo por la megafonía a las nueve de la noche.
Colaboré en talleres de dibujo y de hacer chapas. Me busqué talleres y labores acordes con mi capacidad de trato con la gente menuda. Hacia tiempo que no me veía sumergida en un proyecto solidario y reivindicativo de tan gran dimensión.
Se comprende que, a día de hoy, como muchas de las actividades eran a nivel de suelo, aún tengo agujetas por todo el cuerpo. Sin embargo tengo una sensación interior de satisfacción que dificilmente se puede transmitir. Estuve escribiendo una hoja muy importante en mi diario vital.
El puente del Arenal seguía siendo la puerta de entrada a la plaza de las personas que, mochila, saco y esterilla a la espalda, se iban incorporando con la idea de pasar la noche.
Esta foto fue sacada a las ocho de la tarde. En la plaza no cabía ni un alma más y la gente empezaba a ocupar los aledaños de la misma. Un cielo totalmente despejado, con una magnífica temperatura, daría paso a una noche que comenzó siendo mágica pero que acabó, tristemente, con lluvia.
Con la noche, muchos se retiraron a sus hogares. Otros comenzaron nuevas tertulias y canciones a ritmo de guitarras. Nuestro día de reflexión llegaba a su fin. Me hizo ilusión compartir momentos con Enri, Moni, Sebas, Mikel, Arkaitz, parte de mi alumnado actual y algún que otro antiguo alumn@, así como con toda esa gente de la que no importaba el nombre sino que estábamos en el mismo camino. No quiero olvidar a mi compañero de mil aventuras, al que perdí en algún que otro momento entre la multitud mientras él intentaba recoger imágenes que sin duda son historia y yo andaba perdida en ella.
Un café en el emblemático y recientemente restaurado Boulevard ponía fin a una jornada acaso comienzo de ilusiones a cumplir en el futuro. No creo en milagros. Esto sólo es un pequeño paso. Quién piense lo contrario se equivoca. Hace falta bastante tiempo para recuperar lo perdido y crear un mundo mejor y más justo. Hoy toca votar. Intentar dar un empujón y confiar en que nuestros representantes políticos hayan entendido el mensaje que se les ha intentado tranmitir.