viernes, 4 de junio de 2010
Córner
Crédito de la imagen
Cuando pitó el primer fuera de juego brotaron los improperios. Casero le llamaron. Comprao. Yo me mantuve en silencio. Bermúdez nuestro media punta estaba en una posición correcta pero aquel único error, incluso despiste, –pensé- no era suficiente para dudar de la imparcialidad del colegiado.
Maricón –le gritaron cuando sentó en el banquillo a Peláez. Era nuestro jugador quien había sido agredido en aquel lance pero aquel despropósito no ponía en entredicho la virilidad del árbitro. No tenía yo constancia de su opción sexual. Me contuve, pues.
Cabrón –vocearon al unísono mis compañeros de grada cuando señaló el inexistente penalti. Cállate, Fermín, me dije. ¿Qué pruebas tienes tú de que a este señor le es infiel o no su señora?.
Cuando empezó a celebrar ostentóreamente los goles del equipo contrario y a abrazar a su entrenador, los aficionados le mentaron a la madre
Chitón, Fermín –pensé- ¿qué sabrás tú de las condiciones en que fue engendrado este caballero?
Medité unos minutos sobre cuál sería el apelativo más acertado para aquel comportamiento, para afear aquella conducta. No había que entrar en la descalificación personal ni dejarse cegar por la acritud.
Bobo –balbuceé finalmente cuando ya se perdía por el túnel de vestuarios.
Eso sí, con un odio...
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Estás que te sales, Aster. Si tuviera que señalar una característica común a tus relatos, además de tu personal estilo literario, tan conceptual y rico a la vez, es la de la inteligencia. Algo que se respira en todos ellos. Sigo de seguidor impenitente. Ese libro que vas formando... bueno, si yo fuera un editor importante ( e inteligente, también, claro) te lo quitaría de las manos.
ResponderEliminarHola Aster,
ResponderEliminarTu micro destila un humor muy fino y hace reflexionar sobre la imposibilidad de las palabras para expresar todo lo que queremos decir. En este caso, para expresar lo que no queremos decir.
Genial, como siempre.
Un abrazo.
Aster...esta vez no es que el relato sea propio de ti, el relato eres tú.
ResponderEliminarRecordando tu máxima: “El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. La palabra precisa, exacta...sin molestar, sin dañar, sin tenerse que arrepentir después.
Genial como todo lo que haces. Como dice Emilio: “estás que te sales”
Un beso y un gran abrazo.
Aster, primeramente te felicito por tu ingenio y creatividad a la hora de elegir los temas para tus micros. A continuación te diré que, mientras lo leía, no he podido evitar una sonrisa, a punto de convertirse en carcajada, imaginando al protagonista de tu micro a mi lado en la final de la copa siendo nuestro Athletic finalista.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Emilio. Creo que esa inteligencia, Emilio, está, sobre todo, en vosotros, los lectores.
ResponderEliminarUn abrazo.
En fin, José Antonio, el lenguaje. Sobre todo nosotros, los hombres, hemos desarrollado la habilidad de utilizarlo como barrera, para no contar nada.
ResponderEliminarFíjate el tiempo que dedicamos a hablar de fútbol o de la final de Roland Garros con la gente con la que no tenemos suficiente confianza.
Insólito el mundo de la comunicación, compañero.
Pues sí, Mari Carmene, creo que podría estar perfectamente en el pellejo del protagonista. Tal vez mido demasiado las palabras y no llego a decir lo que debiera.
ResponderEliminarGracias, Alicia. Imagino que en finales de ese tipo me volvería -eso sí, sin perder los papeles- bastante más locuaz.
ResponderEliminarUn besazo.