miércoles, 9 de junio de 2010
Frágil
Crédito de la imagen
Podía haber escogido cualquier otra expresión: deberíamos darnos un tiempo, somos demasiado diferentes, cielo, dejémoslo, quizás lo más sensato es que cada uno siga su camino.
Y el caso es que el verbo se escucha: han roto, rompieron el verano pasado.
Quiero que rompamos –me dijo una mañana con un tetrabrik de leche desnatada en la mano.
¿El qué? –estuve ridículamente a punto de preguntarle pero me contuve.
Quiero romper –repitió entonces y oí hacerse añicos el delicado cristal de su m, intuí la rabia que tanto tiempo llevaban incubando sus erres.
No; estoy razonablemente bien, pero... no sé, me noto el alma torpe, como escayolada.
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Hola Aster,
ResponderEliminarFea palabra la de romper; porque, en el fondo, no rompemos con nada. La vida puede hacerse trizas, las mujeres y los hombres que quisimos pueden esfumarse. En algún lugar de nosotros siguen existiendo aún años después de haberse extinguido. Como los dinosaurios.
Un abrazo y que tu voz no se extinga, compañero.
¿El alma rota, quizás? Eres un artista del diccionario.
ResponderEliminarTe felicito una vez más.
Magnífico. Uno más para la colección. Sí, el lenguaje coloquial es el lenguaje real. Buena aproximación a la vida. Al fin y al cabo creemos que la vida es sólida. O eso buscamos. Asentamiento. Seguridad. Firmeza. Por eso nos rompemos cuando las bases de nuestro proyecto vital se rompen. Aunque tiene razón Jose Antonio. Siempre quedan pequeños trocitos incrustados en el alma. Cuando queda alma. Por cierto...me acabo de dar cuenta de que alma suena a alacena. Esto me dará pie a escribir algo sobre el asunto. "Alma, alacena donde se sitúan y colocan afectos y sucesos, como vasos y platos. Y se llena o se vacia con el paso del tiempo". Está visto que nos motivamos. No me importaría nada que alguien desarrollara esta idea. Claro que igual lo hago yo mismo si no se adelanta nadie...aunque no me importaría, al revés, eso significaría una aportación al acervo común. Además...¿habrá algo absolutamente original, algo que no se haya ocurrido antes o ahora a un chino, un indio u otro ser humano desconocido?. Bueno, de lo que yo conozco puedo decir que, lo tuyo, Aster, si me parece absolutamente original y único. Sigue con tus relatos...los pondré junto a Todos los fuegos el fuego o Historias de Cronopios y de Famas, de Julio Cortazar, El Aleph, de Borges...al mismo nivel y escala. te. Algunos por encima, no de El Aleph mismo - uno de los cuentos más importantes, por no decir el que más, de la Literatura mundial - sino de los que le acompañan en la edición de los cuentos reunidos junto a él, también extraordinarios, por cierto.
ResponderEliminarEnhorabuena. Ya casi tienes el libro, ¿no?.
Gracias, José Antonio.
ResponderEliminarAcabo de leer tu post en El Mirador. La domiciliación bancaria de esos siniestros recibos nos permiten "vivir" más tranquilos. Creo, compañero, que a tí también te gusta -y mucho- Millás.
Excelente.
Gracias, Maribel.
ResponderEliminarSí. No sé el tiempo que tendré que llevarla entablillada.
Un besazo. Tomo nota de la novela -El arte de llorar a coro- que propones en tu blog.
Nos leemos.
Gracias, Emilio.
ResponderEliminarInteresante asociación la que haces entre alma y alacena. Sí que es cierto que este armario custodia objetos de cristal y loza, tan etéreos y frágiles como el ánima, como el ánimo.
Intento -tal como propones en tu última entrada- "ser dueño" de (interpretar, valorar, personalizar) las palabras.
Un abrazo.
Sí, Aster, Millás me gusta mucho. Es la mezcla perfecta entre dominio del lenguaje y humor negro. Un libro que he leído recientemente de él es "Cuentos para adúlteros desorientados".
ResponderEliminarEs un auténtico Groucho Marx de la palabra.
Un abrazo.
Aster, en estas situaciones, como las de tu micro, creo que se “rompe la baraja” por qué acaso uno de ellos “ha jugado con dos barajas” o tal vez no eran capaces de “seguirse el juego”. Sea como fuere, la casuística es muy amplia y el alma en la mayoría de los casos se desgarra totalmente. Aster, no dudes que el tiempo, siempre el tiempo, lleva a que el alma se serene. Mientras pasan esos días torpes, hasta que la r de amor recupera su compostura, lo mejor es apoyarse en el pedestal de la d de amistad.
ResponderEliminarBesarkadatxu bat.
Gracias, Alicia. Veo que retomas el relato y desentrañas otra palabra que da muchísimo "juego".
ResponderEliminarUn besazo.
“Siento el alma escayolada”
ResponderEliminarAster, preciosa imagen...y reconfortante.
Todo lo que se rompe y se puede escayolar, se puede reconstruir y curar.
Como siempre me quito el sombrero ante vos, caballero de la palabra.
Un abrazo.
Gracias, Mari Carmen.
ResponderEliminarUn besazo.