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domingo, 13 de junio de 2010

LOS OJOS DE MI PERRO

Ayer domingo me levanté temprano. Abajo me puse mi malla roja y blanca de ciclista. Acolchada en las posaderas, sobre un calzoncillo casi nada, todo aire ajustado a los aires de la entrepierna. Me lo puse por vergüenza torera, para mantener las pertenecías bien sujetas. Y arriba una camiseta gris con el calendario Maya, recuerdo del viaje a Méjico; y sobre ella, la camiseta finita, apenas un suspiro, en rojo y blanco, a juego con todo lo demás. Como un corredor profesional, vamos. Las gafas de sol, la gorra roja. Y las zapatillas blancas con algunas sombras de grasa, abajo del todo, allá en donde el mundo de tierra empieza.
El perro se había despertado ya cuando crucé el patio. Me miró desde su cesta con esos ojos de persona buena y sabia que tiene este animal. A veces pienso que sabe todo lo que me pasa, que comprende. Es tan de verdad el brillo limpio de sus ojos. Yo creo - no sé, no me hagan mucho caso, pueden ser sólo cosas mías -; yo creo que me preguntó si iba a alguna fiesta de disfraces. "Como vas vestido así", dijo. Yo me limité a sonreírle. Abrí la puerta metálica, luego el portalón que da a la calle. Puse el cuentakilómetros a cero. Me subí en la bici y empecé a rodar.
El amanecer esperó, agazapado, tumbado, entretenido en alisarle los pelos al fantasma del otro lado del horizonte. Justo cuando yo salía del pueblo empezó el espectáculo: eran las siete menos diez. El fresco de la noche dormía sobre la paja que cubre los campos. La luz sube que sube, rauda, diligente, como si tuviera prisa por emborronarlo todo. Y el calor con ella, despabilando la humedad de la noche. Paja, amapola, margarita, aquel rosal salvaje sobre la pared de piedra; y el tallo verde de las plantas. Había como una marea de olores arrasándolo todo. Era todo un canto, igual que el canto de los gorriones, hacía nada, apenas dos minutos, sobre las tejas de mi casa.
Me fui oliendo todo el campo en el ascenso de la pequeña cuesta, llenándome todo, saciándome por entero. Hasta que los pulmones no pudieron más. Entonces me di cuenta. Estaba vivo.
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Publicado también en http://wwwsantiago-solano.es

16 comentarios:

  1. Está bien que cambies de vez en cuando del ofico de escritor al de ciclista...amateur. Porque si no llega bien la sangre al cerebro es dificil que el proceso literario siga y la bicilceta es muy buena para la circulación interna de dicho elemento. Hoy, por cierto,que he estado en el Retiro, me he dado cuenta de lo importante que es levantarse un poco de la silla del ordenador y pasear y respirar aire puro. Claro que yo no tengo perro que me recrimine ni me avise. Y la bici la tengo olvidada. Lo más que hago es dejar la moto aparcada más lejos de lo normal, para andar un poco. Luego pongo el motorcito...y a casa, a la pantalla. No es sano, seguro que no es sano poner tanto sentimiento y tanta idea en el ordenador. La única ventaja es que uno no tiene que ponerse una chichonera ni unos maillots de colores para que no le atropellen los ingenios de cuatro ruedas. Bueno, Santiago, por lo menos tus amigos, gracias al relato ( estupendo as usual) nos hemos enterado de que estás vivo. Lo que no es poco dados los tiempos que corren.
    Lo del correr va sin guasa querido ciclista. Mira has puesto el relato el día que Contador no ha conseguido ganar su primera carrera importante en los dos últimos años. Y es que si Contador empieza a fallar...donde vamos a ir a parar.

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  2. Santiago, creo ya haber hecho este viaje en bici contigo. Recuerdo la cuesta empinada, los aromas, el cielo, el paisaje, la melodía de los pájaros. Sé que este es el camino dónde en vez de gastar energías, lo que haces es recargarte con esa sensación de bienestar que sólo se puede conseguir mediante el contacto íntimo con la naturaleza
    Por cierto, Santiago, no vale la gorra roja. Debieras llevar el casco, a pesar de lo que pueda opinar tu perro de ti…
    Un abrazo

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  3. Está claro, Santiago, que merece la pena madrugar y fundirse en ese amanecer.
    He tenido esas mismas sensaciones sobre dos ruedas; no sé si hubiera acertado a contarlas como tú lo has hecho.
    Un abrazo.

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  4. “El fresco de la noche dormía sobre la paja que cubre los campos.”

    Sabes que me gusta como retratas la naturaleza y esa imagen del rocío durmiendo, descansando sobre la paja me parece maravillosa...como sólo puede salir de quien ama, de quien sabe sentir y escuchar la naturaleza.

    Me gustan tus paseos.

    Besos y abrazos.

    PD.
    Te aseguro de que has mirado bien en los ojos de tu perro.
    Los animales sienten lo que las personas, a veces, no ven.

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  5. Estimada Mari Carmen.
    De nuevo gracias por estar ahí, por tus comentarios. Siempre me ruborizo leyéndolos. Bueno, un beso grandote.
    Santiago Solano

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  6. Gracias Aster, doblemente, por leer y por comentar. Yo te confieso que cada vez me cuesta más el comentario. No así la lectura. Te sigo. Y como te sigo sé que no hace falta que te propongas contarla a mi estilo - descripción, punto poético, punto mistérico, casi ironía -; yo sé que tú lo hubieras tejido muy, pero que muy bien. Y ya puestos a ello. Me interesan muchos esas experiencias tuyas sobre dos ruedas, a lo Aster Navas. Por aquello de contrastar la traición de las palabras al mundo de lo real.
    Un abrazo, amigo.

    Santiago Solano

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  7. ¡Ah!, Aster, me gusta más este fondo de letra impresa que el de la nieve de hace un rato.

    Santiago Solano

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  8. Sí, Alicia, hicimos otro viaje, no éste de finales de primavera, en bici. Estos viajes son siempre iguales y siempre distintitos. Siempre algo en común, siempre algo diferente.
    Sí, Alicia, quemo energías, hasta cuatro kilos he bajado desde principios de Mayo. Sin embargo la glucosa en sangre sigue ahí, alta, repitiéndose como una mala canción del verano.
    Sí, Alicia, el campo, que decimos por aquí te cura por dentro, te llena de paz, de sosiego, te abre los ojos a otras cosas que en la gran ciudad son imposibles.
    No, Alicia, a esto te tengo que decir que no. El casco no. Nunca he podido llevar casco. Con la gorra ya es bastante. Y a mi perro ya le diré yo que no se ría de mí porque me vista así. Ya le explicaré yo que eso son cosas de humanos, chaladuras de bípedos.
    Un abrazo.

    Santiago Solano

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  9. Estimado Emilio.
    Para mí, escribir, no es un oficio, es siempre un divertimento. Incluso en los peores momentos de El Autobús había un componente lúdico. Si no es así no juego. Por eso alguno de los escritores profesionales no me consideran del sector, porque no soporto ese puntito de saber estar, de profesionalidad, que es obligada para el baile social.
    Tampoco soy ciclista, nunca he tenido facultades físicas para ello.
    Ni soy médico, y por ello no sé qué relación tiene el riego sanguíneo con la producción literaria.
    Por ser no sé si soy un ser humano. Me miro al espejo y parece que sí. Pero luego, viene mi jefe y me trata de tal manera que hay veces que me dan ganas de decir: "sí güana", y poner cara de negro asustado, como en la historia de aquellos negritos que vivían todos juntos en la cabaña del Tío Tom.
    Sí. Ssi uno lo piensa despacio, a veces, uno tiene que reconocer que es de ninguna parte. No soy socio del Madrid, no tengo carné alguno de causa política alguna, me bajan el suelo como a todos los funcionarios porque toca; y ni rechistar que "pa comer" ya tienes, que mira otros, ni eso. Y vas, y lo piensas, y te das cuenta de que es verdad.
    Así que, amigo Emilio, he decidido seguir subido en mi bici, todos los días, carretera arriba, carretera abajo, a ver si los niveles de dulzura se me bajan de una puta vez y me atrevo a decirle cuatro verdades a quien no está dispuesto a oírlas.
    Evidentemente, Emilio, tú y todos mis amigos que sois muchos, no estáis entre los que se merecen que les canten las cuarenta, "dígolo", "pa" que nadie se siente involucrado; que la palabra va y genera, por su cuenta y riesgo, nuevos mundos, nuevos contenidos. Esto nos pasa por escribir, que si no, pues "na".
    Y de tanta bici que necesito, voy sintiendo que las palabras se me van quedando atrás, tiradas en la carretera. Sí, se me caen de la cabeza, y me se quedan en la cuneta, y me se mezclan con el barro, y me se convierten en una semilla enterrada que se pudre y que vete a saber si germinará alguna vez.
    Bueno, en fin, palabras.
    Un abrazo, amigo.

    Santiago Solano

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  10. Querido amigo Santiago...Sobre lo del "oficio" ya tuvimos una polémica. Yo sigo ateniendome al concepto básico de ocupación habitual. Y hasta ahora, yo creo que tanto tu ocupación habitual como la mía "comprehende" el escribir, y es evidente que no conozco a nadie que ejerza más ( y mejor...bueno ahí estás, en el grupo de cabeza, según mi humilde opinión) esta ocupación que tú. Si tú no tienes el oficio de escritor...me gustaría saber quien lo tiene. Evidentemente en todo mi comentario lo que había es un tono de humor e ironía sobre lo del ejercicio fisico. Y lo de las verdades...pues supongo que algunas hay, aunque sean relativas. Y bueno, amigo, pues que yo, desde luego, no dimito de mi función. Dimitiré de este oficio...el día que la vida me dimita. Espero que tarde.

    (...Aunque tomar distancia, de vez en cuando, sea saludable y aunque las distancias, en general, nos las suela imponer la vida. De todas formas, y redundando en mi opinión sobre tú actividad y obra...¿no te das cuenta de que, hasta para montar en bicicleta, haces una reflexión literaria, una reflexión escrita?.
    Todo tú eres una crónica literaria, una gran crónica vital literaria. Y a mi me gusta. A muchos de tus lectores nos gusta.
    Y respecto a los comentarios yo camino a través de ellos, cuando son literarios. Me salen del alma, de muy dentro. Y, no olvides, que el primero que dijo que los comentarios eran Literatura fuíste tú. Y yo aprendí la lección. De hecho la he integrado tanto en mi vida y oficio que forman parte de mi obra, como bien sabes. Y creo, corrígeme si me equivoco, mirando atrás, incluso a tus entradas-comentario en Escritores en Red, querido monje de Sumac, hasta hace nada, de la tuya).
    Un fuerte abrazo.

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  11. Hola Santiago,

    He tenido la misma sensación que tú sobre dos ruedas: me he sentido vivo. Añadiría que, además, me he sentido libre.
    Vivo y libre.
    Lo mismo que cuando escribo.
    Un abrazo.

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  12. Estimado José Antonio.
    Gracias por tu comentario. Me alegra que mi experiencia sea compartida. Y sí que la libertad es un componente muy arraigado en las dos ruedas, y también la soledad ante la naturaleza, y otras sensaciones. En cuanto a lo de escribir, para mí, como digo más arriba, lo más importante es el sentido lúdico de la creación literaria. Sin él estoy perdido.

    Un abrazo.
    Santiago Solano

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  13. Entiendo Emilio que tú te quedes en la primera de las acepciones de la palabra oficio que contiene el diccionario de la RAE y que plantees tu contestación como lo haces. Tus razones tendrás. Pero yo hablo, y tú lo sabes, de la tercera acepción. Y dentro de la tercera, me quedo con la palabra "profesión", que es la afilada arma que utilizan alguno para desmerecer, separar, aislar, a otros. Y tú que navegas con cierta soltura en esas aguas lo sabes, lo conoces de primera mano; además bien. No me cabe duda que más de una vez has oído eso de: "pero si ese no es un profesionales de la escritura".
    Bueno. Gracias de nuevo por tus halagos. Yo sigo creyendo, una vez más, que te equivocas en el análisis. Como decía una prima mía hace ya años: "yo uno del montón".
    Un abrazo, amigo.

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  14. Querido Santiago…me obligas a contestarte, no para triunfar en ningún debate, cosa que, te lo aseguro, no es mi intención, aunque, si así fuera, por nosotros lo hago, sino para esclarecer, aún más, algunas cosas.
    Yo me quedo siempre con la primera de las acepciones de la RAE, pues por algo es la primera. Tú, a nivel subjetivo, puedes optar por la que desees.

    No, yo nunca he oído a nadie decir que yo no fuera un profesional. Además, lo que diga o no la gente, a mi, perdona la expresión, me la sopla. Hablo de ese concepto genérico de “la gente” no de las personas que aprecio y valoro, por supuesto.
    Y bueno, puestos a dar argumentos claros, ahí van, querido Santiago.

    Jose Hierro trabajó como funcionario y en la radio prácticamente toda su vida. Gabriel Celaya fue maderero durante más de treinta años.
    Juan Benet ejerció de ingeniero de caminos hasta el día de su fallecimiento.

    T. S. Eliot, premio Nobel de Literatura, Dylan Thomas y Constantino Kavafis trabajaron en la banca y otros empleos durante muchísimos años.

    ¿Y que me dices de Kafka, el oscuro funcionario de Praga?

    ¿ Y de Pessoa, traductor, gracias a ser bilingüe por haber pasado su infancia en Sudáfrica, y también corrector de imprenta, gacetillero…en fin, que jamás vivió de la creación literaria ¿ ¿Y de Truman Capote, que trabajó en catorce oficios, ( vigilante, investigador, guardaespaldas y ayudante de cocina) además del suyo de escritor?

    Y Santa Teresa, monja y ejerciente en la administración de su Orden, y San Juan de la Cruz…

    Pero donde ya los argumentos son definitivos es al hablar de Don Miguel de Cervantes Saavedra, soldado, recaudador de impuestos y varias cosas más durante toda su vida, a no ser que también quieras decirme que el autor del Quijote no ejerció el oficio de escritor.

    Vamos, Santiago, por una vez, acepta que tu planteamiento viene dado por unas coordenadas poco justas para con la mayoría de los escritores, incluso los geniales, que, para desgracia suya, no han podido vivir de la Literatura.

    Pero es que a mí, el oficio, me lo da el saber manejar las herramientas de trabajo y el realizar bien la obra, no otra cosa. Supongo que esta vez te habré dado argumentos para incluirte en el oficio de escritor. Ahora bien, eres muy libre de considerarte fuera de él. A pesar de lo que te considero, en ti no puedo mandar.

    Yo, sinceramente, sí me considero dentro. En cualquier caso, aceptar estos argumentos, aparentemente poco cuestionables, no te debería hacer sentir mal, sino muy bien, salvo que no te guste ya ser escritor, lo que seria un cambio, también respetable, pero inesperado.

    De todas formas, Santiago, en el ejercicio de ese, para mí, oficio hemos conseguido bastante más que algunos de los escritores anteriormente nombrados consiguieron en vida. Con un fuerte abrazo, mi apreciable y, para mí, espléndido escritor. Espero que me permitas considerarte así. Aunque a veces parezca que no te guste que valore tanto tu escritura.

    Emilio.

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  15. Estimado amigo Emilio.

    Eres un replicador extraordinario. Habrá alguien que piense que tus claros argumentos del día después son incontestables, incluso irrebatibles. Pero bueno, cada cual es cada cual, y para eso están los colores.

    Es verdad todo eso que dices de esos grandes personajes de la historia literaria. Hay, todos lo sabemos, muchos más. Todos ellos comieron, sobrevivieron, de otros oficios, de otras profesiones; no de su producción literaria.

    ¡Lástima no, que uno se considere escritor, sea escritor, y tenga que vivir de otra cosa! Algo no funciona en esta sociedad y en aquellas sociedades en las que se leían textos que con la perspectiva del tiempo están bien en donde están: en el olvido.

    Y esto también es verdad. El mundo editorial está a lo que está, a lo que ha estado siempre, a ganar dinero. Ahí sólo importa lo que importa, el negocio. Y es en ese negocio en el que algunos, que son reconocidos como escritores con territorio, no todos, sólo unos pocos, se dejan atrapar por ese halo de superioridad y caen en el desprecio, en ese rincón último que lleva a expresiones como las que he anotado un poco más arriba.

    En Villena, hace algunos años, cierto personajillo de la AEAE, Premio Primavera de no sé qué, enviado especial del ABC a Roma para cubrir el funeral de Juan Pablo I, entre otras cosas, y con esto ya sabes que no me refiero al Secretario General de esa asociación, se quedaba boquiabierto y no daba crédito cuando algunos del entorno de La Literonaútica se consideraban escritores, aunque no hubieran publicado un solo libro, agarrándose a esa primera acepción de la palabra escritor de la RAE. Ahí se vertieron esas palabras: "... pero si no es un profesional de la escritura".

    Y esto también es verdad. Y me consta, me consta porque lo he olido más de una vez, que en ese ambiente de gente distinguida hay un cierto olor a podrido que echa "pa trás".

    Por eso, amigo Emilio, aunque sea un argumento con coordenadas un poco particulares y en nada generales, he de sostener mi palo, mi argumento, que puede muy bien estar equivocado, que puede que esté arraigado en mis más hondas frustraciones, que algo de eso hay, pero que son tan míos, tan mías estas vivencias que no puedo dejar de ser quien soy.

    Y en cuanto a lo del gusto por escribir, te tengo que decir que sigo en ello, que me divierte; pero más como medio de introspección del yo que habito y su entorno que como otra cosa. Y, visto los escasos resultados en ventas de lo que escribo, el escaso interés de las grandes editoriales, de la prensa escrita, radiofónica, televisiva, que son en realidad quienes hacen que algo exista, tengo que decirte que me estoy preguntando si es conveniente, o prudente, seguir insistiendo en publicar algo que, salvo honrosas excepciones, nadie lee. Sí, muchas son las preguntas. Sí, y pocas las respuestas. Y esto, querido amigo, querido Emilio, también es verdad.

    En cuanto a tus apreciaciones sobre mis textos, con toda honestidad, tengo que decirte que me halagan, más viniendo de alguien que ha leído mucho, más viniendo de una cabeza perfectamente amueblada, como es la tuya. Lo que pasa es que yo como autor, y de ahí no puedo salir pues lo soy, sigo viendo defectos, muchos defectos, demasiados defectos, incluso en la obra publicada; abandonada a su suerte, diría yo. Hay un choque frontal entre lo que veo, entre lo que percibo de mis textos, y lo que tú dices ver. Entiendo tus razonamientos. A lo mejor es que soy demasiado exigente conmigo mismo. De ahí esa incomodidad, que no disgusto, cuando te lanzas a ponerme por las nubes. Y esto también es verdad. Creo.



    Un abrazo.
    Santiago Solano

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  16. Te agradezco mucho esta contestación aquí, Santiago. Es una explicación clara y directa del por qué de tus opiniones, que, evidentemente, son subjetivas. Lo que yo piense de tu escritura, y lo seguiré pensando, porque no soy ningún idiota y tengo - creo - un cierto sentido crítico, siento que te incomode...Porque mi intención ha sido siempre apoyarte, como lo ha sido también en Escritores en Red. Esa es otra cuestión en la que, en la medida que pueda, respetaré tus decisiones. Siento mucho que te encuentres mal por la "parte social" de lo que no es lo más importante de la Literatura. No es que yo me considere nada. Pero supongo, insisto, que peor que nosotros se habrán sentido Kafka, Pessoa...y un nombre que olvidé citar pero que es el más trágico ejemplo de todo esto : El autor de "La Conjura de los Necios", una de las más grandes y mejores novelas del pasado siglo, John Kennedy Toole, que se suicidó después de que 24 editoriales americanas rechazaran su libro. Libro que, precisamente por su suicidio, se publicó a instancias de su madre por un editor no de los grandes...y obtuvo, a título póstumo, claro,el premio Pulitzer...ademàs de haber vendido más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo y haber sido traducido a todos los idiomas. Pobre John...el si que no pudo tener oficio ni el más mínimo beneficio, ni siquiera moral.
    Siento mucho no tener más poder en ese mundo para colocarnos - a nosotros y a otros que lo merecen tanto o más que nosotros - donde deberíamos estar. Pero, claro, también habría que romper lanzas por los que sufren otro tipo de injusticias, más dolorosas si cabe. Un abrazo, Santiago. Y anímate. Has hecho grandes cosas. Y escrito una extraordinaria obra hasta ahora. Que espero continue.

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