jueves, 20 de mayo de 2010
Vete a dormir
Crédito de la imagen
Algunas noches me la tropiezo en la vida real. Ella sube por alguna escalera mecánica y yo bajo; yo entro al cine del que ella sale; ella camina por una acera y yo por la opuesta; ella abandona el bar de copas al que llego; se monta en el autobús del que yo me apeo.
Mi metro esta madrugada iba en un sentido; el suyo en el contrario. Se han detenido en paralelo. ¿Por qué, cielo, no estás ya dormido y en la cama? –me ha reprochado como siempre con la mirada.
Sí, no hay duda: era ella, la mujer de mis sueños.
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El día que juntes todos estos microrelatos en un libro te prometo que lo pondré en la cabecera de mi cama...Ahí ya están algunos imprescindibles...algunos amigos y otros desconocidos...y te unirás, ya lo creo que te unirás. Qué bárbaro...Que absoluta maravilla...Te estàs convirtiendo en uno de los escritores de mis ensueños, uno de mis escritores favoritos...Enhorabuena, espléndido escritor. Esto y algunas cosas anteriores ya son algo realmente algo muy serio literariamente hablando...
ResponderEliminarNo sé cómo será eso de tropezarse en la vida real con la mujer de los sueños, pero tú lo haces fantásticamente bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aster, algunos sueños dejan en nosotros huellas más profundas que las de nuestras pisadas sobre la nieve blanda.
ResponderEliminarMe satisface contemplar que tu sueño se va convirtiendo en realidad.
Un abrazo
Hola Aster,
ResponderEliminarMi hija pequeña me ha enganchado a una serie argentina llamada Patito Feo. Es la versión gaucha de Betty la Fea y el ejemplo de que los sueños son escurridizos, pero no irrealizables. Ya lo decía Lennon: I just believe in me.
Magnífico micro.
Por cierto, ¿dónde puedo conseguir Cuentos para esperar en los semáforos?
Nos leemos.
Gracias, Emilio.
ResponderEliminarA mí también me gustaría verlos algún día en papel, vestidos de etiqueta. A ver si algún editor se anima.
Un abrazo.
En fin, Maribel. Como imaginarás he decidido no salir de noche ;-)
ResponderEliminarGracias. Un besazo.
Gracias, Alicia. Ojalá que los tuyos también se cumplan.
ResponderEliminarUn besazo.
Es curioso cómo los niños nos arrastran. Yo, José Antonio he vuelto -qué buena...- a descubrir la mortadela.
ResponderEliminarHaré lo posible por conseguirte un ejemplar de "Cuentos para esperar en los semáforos" y hacértelo llegar.
Pues gracias, hombre. Yo esperaba que me facilitaras el nombre de alguna librería, pero si me lo mandas mejor que mejor. Ten por seguro que tu obra tendrá un hueco en mi humilde blog.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ah! el mundo de los sueños...donde la realidad se convierte en sueños y los sueños en realidad. No me canso de leerte.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Aunque no siempre comente, paso por aquí, disfruto... pienso.
ResponderEliminarVeo tus comentarios abundantes en otros blogs. Eres realmente increíble.
A mi me falta tiempo o tal vez ganas...
Estos relatos son extraordinarios (y yo no doy flores fácilmente, pregúntale a Port)
MI admiración y mi abrazo.
Enrique
Me hago seguidor y te enlazo en uno de mis blogs para seguirte más frecuentemente.
ResponderEliminarUn beso
Enrique
Por cierto, a estas alturas, no sé si escribo a Aster, a Mari Carmen... ¡Qué lío!
ResponderEliminarMi intención era M.Carmen. Pero de repente veo que es Aster...
Intentaré aclararme.
En cualquier caso, mantengo lo dicho. Lo que me gusta, me gusta los diga Agamenón o su porquero.
Abrazos comunales.
Enrique
Así son las encrucijadas de los ensueños.
ResponderEliminarEncuentros sin conexión, deseos errantes.
Paralelas en dirección contraria, misma línea, sentido opuesto.
En fin Aster, hasta me da miedo leerte, me haces pensar tanto…
Me alegro de tener una estrella de tu calibre en mi cibercosmos.
Puede q un día, el sueño se detenga, en una de esas intersecciones con la mujer de tus sueños, y te dé tiempo a preguntarle su nombre.
A mí me sucedió, pero sólo sé q se llama Orión.
A dormir, y a soñar...
Gracias, Mari Carmen.
ResponderEliminarEnrique: un placer tenerte aquí.
ResponderEliminarGracias, Artemisa. Has convertido el relato en un delicado poema.
ResponderEliminar¿Orión...?
Un besazo.
Querido Enrique, no hay ningún lió. El azar nos lleva y nos trae, y me alegro de que te haya traído hasta aquí.
ResponderEliminarPor alguna razón, no importa cual, has encontrado el texto de un gran escritor como es Aster, que es, además, nuestro motor. Gracias a esa casualidad estamos de nuevo reunidos en la Nieve.
Besos y abrazos.