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viernes, 7 de mayo de 2010

Del Norte



De niña se la mandó buscar en un diccionario Don Serafín, su maestro de primaria; hoy la ha asaltado desde la etiqueta de un paquete de gulas.
Es posible que la mujer no la haya pronunciado jamás. Sucedáneo no es una palabra que uno vaya diciendo a las primeras de cambio. Dice uno sucedáneo en el ascensor, en la carnicería y levanta ampollas, sospechas, recelo.
Hoy, tontamente, en este supermercado donde lleva haciendo la compra quince años, comprende la crudeza de su significado. Hasta su marido -ella se hubiera casado con Rafael- es un sucedáneo.
El pekinés que saca a pasear por el parque -ahora cae en la cuenta- es también un sucedáneo. Pequeño, pero sucedáneo, al fin y al cabo. Ella quería un niño. Y, puestos a pedir, también una niña.
De hecho, la casa, el coche, esa misma ciudad en que se siente de repente atrapada, son –cómo coño no se ha dado cuenta antes...- también sucedáneos. Este lunes lluvioso es un mal sucedáneo de viernes.
Ella, bien mirado, también lo es. Un sucedáneo, ya saben.
La mujer habrá tropezado con sucedáneo en un par de ocasiones pero ha sido con las gulas en la mano cuando se le ha venido encima toda la sinceridad de su s, toda la franqueza de su d. Vamos, cuando la palabra de marras le ha hecho daneo , digo daño.
La mujer permanece aún un momento más con el producto en la mano y finalmente lo deja en el carro. Se acerca a la caja y saca un billetero de polipiel muy aparente.
En fin.

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Déjame que te cuente

6 comentarios:

  1. Me has recordado muchísimo a Juan José Millás, uno de los escritores que admiro por su habilidad con las palabras y por su sentido del humor. No te estoy diciendo con ello que seas un sucedáneo de él. Te veo más bien como un tipo la mar de creativo que llegará lejos con el idioma.
    Por cierto, gracias por seguirme en el blog.
    Un abrazo.

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  2. Aster, has nombrado a lo largo de tu excelente micro varios sucedáneos materiales. Pero acaso también sería de recibo comentar que esta palabra con el mismo significado impreso también la podemos hacer extensiva a lo no material. Me refiero a las actitudes de las personas, A sus palabras y a sus silencios. No temas, que en nuestro caso creo que puedo poner los puntos sobre nuestras letras i. Somos del norte, como las gulas, pero no somos sucedáneos. Y siguiendo con el juego de las palabras, que tanto te gusta y que tan bien controlas, a los sucedáneos les falta una letra vocal. Nosotros somos AUTÉNTICOS, las tenemos todas Aster. Siempre me gustó esta mucho más que la de MURCIÉLAGO como ejemplo de palabra que contiene todas las vocales.

    Por cierto, me encanta que me lo cuentes.

    Feliz fin de semana

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  3. Aster, pareces un locutor de radio, ¿o un sucedáneo? Estoy de acuerdo con la referencia a Millás de nuestro amigo José Antonio, tienes una habilidad envidiable para trastear el diccionario. Felicidades una vez más.

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  4. Aster, no me canso de leerte. Bueno,ja, ja, ja, ahora menos que nos permites escuchar el relato con tu voz...me gusta tu nueva iniciativa. Te siento más cerca, como si estuviéramos todos juntos en una tertulia literaria.
    Eres un mago de las palabras, jamás pensé que pudiera dar tanto juego un diccionario.

    Gran micro, felicidades.

    Besos y abrazos.

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  5. Yo sólo veo a un gran, grandísimo escritor, Aster Navas. Uno de mis grandes descubrimientos literarios de este año. El relato es tan bueno...y tan original que no lo veo comparable con nadie. Es tuyo, y ahora nuestro por compartirlo. Espléndida pieza literaria. Genial, Aster. Sinceramente. Espero que sea parte de tu libro de relatos...que vas publicando en la red...y quizás también pases a papel pronto. Enhorabuena. Es extraordinario.

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  6. José Antonio, Alicia, Mari Carmen, Maribel, Emilio: gracias.
    He leído muchísimo a Millás. Disfruto mucho con su estilo: esa sorpresa, ese asombro con que contempla los hechos más cotidianos.
    Quizás, inconscientemente, algunos de mis relatos siguen esa técnica. En buena medida, somos los libros que hemos leído.
    Es/ eres auténtico -solemos decir, Alicia. Sí, tienes toda la razón.
    Celebro, Emilio, que te haya gustado. Tus palabras son una inyección de autoestima.

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