El miércoles pasado acompañé a mis alumnos a Selectividad. Día complicado: les puede la presión. Por mucho que les recuerdes el altísimo porcentaje de aprobados y que la prueba es un simple trámite, lo pasan francamente mal.
El primer ejercicio, además, era el de Lengua y Literatura. Entran al aula y cruzo los dedos: yo también estoy siendo examinado; lo que más me preocupa es saber si ellos me aprobarán cuando vean las preguntas, si pensarán que les he preparado lo suficiente para responderlas adecuadamente.
Tengo clase; me tengo que marchar antes de que finalice el examen y a lo largo de la mañana les pregunto por Twitter con qué sensación han salido. La mayor parte de ellos están satisfechos.
@gelarako Bastante bien, Aster!!!!! Gracias por preguntar ;)
— Leire Larrieta (@Leire_Larriet) 5 de junio de 2013
Algunos, incluso, concretan: he escogido la opción B, El ciprés de Silos...
Más tranquilo ya, se me va la cabeza a ese claustro y a ese árbol. Imagino a Gerardo Diego componiendo ese soneto, impresionado por la fascinante quietud y tranquilidad del monasterio. ¡Si supiera lo que hemos hecho con sus versos!
Recuerdo los nervios que se pasan en selectividad. Tus alumnos han tenido la suerte de contar con tus ánimos y apoyo.
ResponderEliminarAster, yo les acompañé el jueves a la tarde. El alumnado que opta a una plaza en una carrera cuya nota de corte es muy alta estaba como una olla a presión. Es más, nuestro trabajo en esos momentos ya no se refiere a la asignatura, es más el de convencerles que han de intentar que los nervios no les pasen factura para que puedan demostrar en hora y media lo que han aprendido. La asignatura de Química suelen elegirla para subir nota por lo que a partir del 5 consiguen aumentar en la nota final el valor del éxamen por 0,2. O sea optan a poder subir desde 1 a 2 puntos. Para mí, por un lado es una satisfacción que piensen que con mi ayuda han conseguido una buena preparación como para así elegirlo pero por otro lado es una responsabilidad añadida. Aster, yo no puedo evitarlo, al igual que tú, año tras año me sigo examinando con ellos. Sé que la noche del viernes una mayoría la han pasado fuera de casa para liberarse de ese trance por el que han pasado. Al fin y al cabo, un escalón más en ese nueva parte del camino de la excursión llamada vida. El día 19 les volverá a ver a todos juntos, no sé si les reconoceré pues vendrán vestidos con sus mejores galas a la fiesta de la orla y algunos de ellos a por su certificado de haber participado en el proyecto Agenda21 que coordino. A partir de ahí, espero que les valga, tanto o más, no lo que les hemos transmitido en nuestras asignaturas sino lo que hayamos conseguido transmitirles como personas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya más tranquila, ese día les propondré-en plan de broma-que investiguen si el infierno es endotérmico o exotérmico.
Yo a mis alumnos no les acompaño a nada, Aster, si acaso en el sentimiento cuando me vienen el día previo al examen a prepararlo. En todo caso, entiendo lo que dices: la literatura es pasión. Los exámenes sólo un trámite. Enseñas mucho más con tu actitud.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Uy, qué pobres!!
ResponderEliminarse pasa realmente mal pero...ya hubiera querido yo un "profe" así de atento y preocupado por ese apoyo moral, que muy lejos de ser poco es muchíiiisimo.
Salu2
daniela
Amaia, Alicia, José Antonio, Daniela: gracias.
ResponderEliminarLe queda muy poquito a esta prueba pero ya se comienza a hablar de varias reválidas. No sé en qué momento la enseñanza perdió el rumbo.
Aprender no debería conllevar esos niveles de estrés y agobio.
Un abrazo.
Aster, tienes razón. Algo pasa en los sistemas educativos que la incertidumbre natural del futuro se complica con la ansiedad conocer sin disfrutar.
ResponderEliminarTe felicito por tu devoción y vocación.
Abrazos validados.
Un abrazo, Sergio
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