Quizás sea el mejor síntoma, el mejor indicador, la prueba del nueve de que seguimos evolucionando. Una cultura, una civilización, es avanzada en la medida en que es capaz de adelantarse a los acontecimientos, anticiparse a la realidad, a los riesgos del futuro inmediato y actuar en consecuencia: protegerse, maniobrar para esquivar la catástrofe, refugiarse. A esa inquietud tan humana respondieron y responden con mayor o menor acierto los adivinos, las vísceras de una cabra, las bolas de cristal, el catalejo, la ubicación de los castillos, los naipes, la mirilla y el Meteosat.
Eso pensé cuando me sonó el móvil en el metro y el identificador de llamada me adelantó que era ella. Eso fue lo que me vino a la cabeza en un par de segundos eternos; los que tardé en pulsar la tecla de Ignorar.
Recordad, amigos, que nuestra nevera sigue abierta.
Recordad, amigos, que nuestra nevera sigue abierta.
Qué buena evolución del pensamiento y de la historia, para dejarme caer en ese final con el que, siempre, me dejas con la boca abierta. Felicidades. Qué placer leerte :-)
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Un placer, Mari Carmen, escribirte.
ResponderEliminarTal vez ella tenía algo crucial que decir. A lo mejor la tecnología nos sirve para escudarnos como un niño detrás de las faldas de su madre. A mí me apetecería escuchar sus razones para llamar después de tanto tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
El identificador de llamada te permitiría elegir, José Antonio. Imagínate hace veinte años cuando simplemente sonaba el teléfono y descolgábamos.
EliminarUn escudo, como bien dices.
Un abrazo.