Se nos aproximan, con una diferencia de un mes, dos felices acontecimientos familiares. Se casan el pequeño de los primos y mi sobrina, la mayor de la última generación. Las compras lógicas y un mensaje-un abrazo y gracias Artemisa-me ha llevado a un proceso de reflexión.
No tenéis la impresión de que el género femenino es víctima de un complot preparado por una gran mayoría de mentes retorcidas masculinas que se reúnen y deciden lo que ellos llaman “tendencias de moda”. Intentando adivinar como lo hacen, me imagino algo como lo siguiente.
Llega Paco Rabanne y dice:
- Veo que este año se va a llevar el verde esmeralda.
Contestan a dúo Dolce y Gabana:
-Eso, eso. Y los jerséis sin mangas, pero de cuello alto.
Porque si lo pensamos bien, la moda no es una industria ¡Es una secta dirigida por algunos personajes que parecen odiar a la mujer! Y de esos seres ¿qué podemos esperar? Si entre otras cosas pretenden que se vaya con esos pantalones que se abrochan en la rabadilla y además intentan hacernos creer que vamos bien. Acaso lo hacen para que luzcamos esos tangas que tanto molestan. Aquí es cuando aparece la figura de la fashion victim. Es esa mujer que ha caído en sus redes y ya no puede escapar. Esa que cuando se acerca a un escaparate, oye voces en su cabeza: “el poder de la moda te obliga”, “el poder de Dior te gobierna”.
Sinceramente, yo me di cuenta del poder que tiene esta secta cuando intenté comprarme un vestido rojo para la boda de mi sobrina. Parece fácil, ¿verdad? Un vestido rojo. Pues no. Porque las tiendas están en esto completamente de acuerdo. Son las representantes de Dior en la tierra. Y, claro, llego yo, y le digo a la dependienta:
- Buscaba un vestido rojo.
Y me contesta:
- ¿Rojo? Este año no viene nada en rojo. Este año viene el verde esmeralda.
-¿Y eso rojo de ahí?
- Eso es la funda del extintor, pero si quieres te la saco.
¡Así es como actúan las sectas, anulando tu voluntad! Porque, de repente, me veo diciendo:
- Vale, sácame uno verde esmeralda de la 42.
Y, en ese momento, la dependienta me mira como se mira un seiscientos desde un camión:
- ¿La 42? Tú estarás entre la 44 y la 46.
Claro, yo la miré a ella, guardándome lo que se me pasó por la cabeza:
- Perdona, yo soy una 42.
- No, si ya. Pero es que este año viene la 42 ceñida ¿sabes?
Y es que ese, es el segundo paso de la estrategia de la secta. Disminuir tu autoestima para poder dominarte mejor. Ahí, yo dije:
- Con esto no me pillan. ¡Yo me pruebo la 42 aunque me la tenga que meter a presión!
Y, claro, te miras al espejo y ves, lo que ves. Un tonel. Una tonel verde esmeralda.
Entonces pienso, si yo les explico a mis alumnos que en todo el mundo un metro es un metro y un kilo es un kilo, ¿por qué la talla 42 no es siempre la talla 42? Tú vas al Eroski y la talla 42 se la puede poner Montserrat Caballet y, sin embargo, te vas a Purificación García y la 42 no se la pone ni Ane Igartiburu.
Total, que hice lo que hacemos todas, llevármelo. Sí, porque pensé lo que pensamos todas, “Así me obligo a adelgazar”.
¿Seré idiota? ¡Es como comprarte unos zapatos del 34 para obligarte a que te encoja el pie!
A poco que me descuide, antes de la boda estaré obligada a regalárselo a mi sobrina para que se lo lleve de viaje de novios a Escocia. Porque ella si ha adelgazado.
Otro de los síntomas de que estás entrando en la secta es que estás dispuesta a someterte voluntariamente al sufrimiento físico. Aunque, a veces, cuando todavía no estás abducida del todo, consigues tener un momento de lucidez y decir: “No, no me lo llevo”. Y, entonces, esa enviada del mal, que es la dependienta, te dice la frase fulminante:
- Llévatelo, no seas tonta, ¡que lo puedes devolver!
¡Y me lo compro! Como lo puedo devolver… Así que volví a casa con mi vestido verde esmeralda de la 42. Me lo pongo y le pregunto a mí hijo Javier-mi marido me hubiese visto ajustadita y le hubiese encantado-:
- ¿Como me queda?
- Pequeño.
- ¿Si? ¿Me marca mucho?
- Te va a hacer llagas.
Ahí me dije: “Alicia, contente. Esta es otra prueba. La secta de la moda quiere que rompas lazos con tu entorno”. Me lancé a la calle y no paré hasta que encontré el vestido rojo que me quedaba como un guante. Cuando lo vi, dije: “¡Me lo compro! ¡Que le den a Paco Rabanne! Y que Victorio discrepe con Lucchino.... “. Salí de la tienda pletórica, con mi vestido rojo. Pero la alegría me duró dos escaparates. Es algo que nos suele pasar a veces a las mujeres. De repente, se te viene el mundo encima: “¿y qué hago yo con un vestido rojo, si este año lo que se lleva es el verde esmeralda?” Oye, que no pude pegar ojo en toda la noche. Tuve pesadillas. Estaba yo en una misa negra, atada de pies y manos, y los grandes gurús de la moda rodeándome: “Aliciaaaaa. Veeen hacia el glamouuuuur”
Total, que me desperté, empapada en sudor y dije: “¡Vale, está bien! ¡Me rindo!” Devolveré el vestido rojo y me compraré un buen body o refajo con la esperanza de que me quede bien el vestido verde esmeralda.
Espero, al llegar al Ayuntamiento de Tarragona, no encontrarme con que todas vamos iguales...de verde esmeralda. Si fuese así sería la prueba definitiva de que nos han captado, hemos entrado en la secta, y a partir de ese momento honraremos a Victorio y Lucchino así como a Dolce y Gabana, no nombraremos a Chanel en vano y amaremos a Dior sobre todas las cosas.
Os aseguro que al mes siguiente, a la boda del benjamín de los primos, llevaré el mismo vestido verde esmeralda. De una boda a otra tendré el tiempo suficiente para superar las dos crisis. La del espíritu, por haber sucumbido a la secta de la moda y la del dinero, por lo que me costó el vestido verde esmeralda-más pareciese que me hubiera comprado un pilón de esmeraldas verdes-.
Afortunadamente el amor está siempre de moda.
Lo que me he podido reír, Alicia, con tus devaneos con la moda.
ResponderEliminarEstoy seguro de que a ti no te ha resultado tan gracioso, pero has realizado la fotosíntesis perfecta entre lo sufrido y lo cómico de la situación.
A mí no me ocurre esto, supongo que por ser hombre y vestir a mi puta bola. No obstante, el mundo está lleno de sectas de todo tipo, y huyo de ellas como de la pólvora.
Un cuento genial, de verdad.
Un abrazo.
Jose Antonio, no te haces ni idea de lo que me he podido reir yo también. Realmente en plan broma es el proceso de entrada a cualquier tipo de secta de las que aunque solo tengan un suave tinte, al igual que tú, huyo como de la dinamita.
ResponderEliminarLlevaré el vestido más de estilo ceremonia que he llevado en mi vida, sin llegar a ser tan largo como el de la imagen. Estoy muy ilusionada, es nuestra ahijada y será un día muy especial.
Por cierto que podría hacer otro relato con las distintas piezas de corseteria que existen, no para ocultar sino para repartir el flotador que no me digas como me ha aparecido de un tiempo para acá en mi cintura. Ni me hacía idea de lo encorsetada que puede ir la gente.
Un abrazo.
Jajajaja, este monólogo es genial, ya lo conocía en su versión "Azul petróleo". Buena adaptación a tus próximas bodas, que espero disfrutes a tope. Seguro que irás monísima.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maribel, justo ese que citas es el que me pasó nuestra compañera Diana.
ResponderEliminarEs un vestido precioso, espero equilibrar con ayuda de una prenda nueva en mi vestuario de corseteria y mi estilo lo que pierdo por mi cuerpo ja,ja,ja. Al fin y al cabo dicen que la moda se pasa y el estilo es lo que permanece.
Un abrazo.
Los chicos, compañera, lo tenemos un poco más fácil en este tipo de eventos: recuperamos el traje de novios y le cambiamos corbata y camisa.
ResponderEliminarClaro que, después de quince años, ya no tenemos las hechuras del treintañero que nos mira desde la foto de nuestra boda.
El tiempo es, Alicia, tan ingrato.
Me he reído muchísimo con este genial monólogo.
Un abrazo.
Aster
Aster, respecto a los chicos te diré que será la primera vez que me acompañarán los tres de casa en traje. Digamos que para los jóvenes la boda de su prima-tienen muy buen rollo con ella-será su puesta de largo. Por cierto, que al leer tu comentario se me ha ocurrido que para el siguiente evento, nada de comprar camisa y corbata, mis pequeñuelos ¡que se las intercambien! ja,ja,ja.
ResponderEliminarAster, me alegro por lo de vuestras risas. Mientras no tengamos al lado a nadie llorando hemos de continuar riendo. Es la mejor medicina que conozco.
Un abrazo.
Muy divertido y bien escrito Alicia...e incita a reflexiones varias...porque, digo yo, ¿y quien decidió que para las bodas hay que comprarse trajes especiales?...Es lo mismo que los trajes de novia y todos esos asuntos...yo creo que lo "social" desborda lo particular del momento. Debo confesarte que me pasa un poco lo que a Jose Antonio...no soy muy amigo de trajes en eventos especiales, aunque, más de una vez, y contra mis propias convicciones, he tenido que ponerme a "tono" con lo que la ocasión requería. Lo que pasa es que el requerimiento de la ocasión siempre es un tema de costumbres y usos sociales que todos seguimos sin rechistar...Luego está lo de las sectas, je, je...De todas formas, tomando tu última frase sobre que el Amor está siempre de moda te diré que, en muchas ocasiones, el concepto que lleva a las personas a la entrega indefinida pasa muy pronto de "moda". En cuánto se comparten unas cuántas dificultades, en cuánto algo de la química se pasa, en cuánto no se saben transformar y adaptar las emociones primeras y las sensaciones segundas a la existencia tercera, el concepto entra en crisis y explota.
ResponderEliminarYo, de todas formas, creo que, aparte de la secta de los diseñadores de moda, existe otra secta más peligrosa: la de los diseñadores de falsas verdades sobre el tema del Amor. Nos han metido en la cabeza - fundamentalmente a las mujeres - que el amor ( me refiero al amor de pareja o como queramos llamarlo ) es lo más importante del ser humano que, cuando nos damos cuenta de que no es así, la vida parece que se vacía. No quiero, con esto, decir que yo sea mejor que otros en mis opiniones, que, en este tema, parece que son muy particulares, pero los que me conocen saben que a esa secta no pertenezco. Yo estoy totalmente de acuerdo en que el llamado amor ( en el sentido no universal, que ese si que me parece importante) ocupa un lugar después de la salud, después del dinero básico para vivir sin estrecheces, en fin, que se le podría poner en tercer lugar de la escala, como dice el refrán y la canción, aunque no se bien con que nombre: amor, cariño, sexo, cooperación...o una mezcla de todos esos conceptos. Sí, con esa mezcla, podría, junto con la amistad, ocupar un lugar de un cierto valor. Pero sin etiquetas...
Un abrazo, Alicia. Magnifica entrada por su valor literario...y porque da mucho de sí.
Emilio, creo que yendo pero que muy atrás en la historia se comprueba la costumbre del uso de indumentaria especial para acontecimientos varios. Sinceramente me da lo mismo quién lo decidió. Por cierto que seguro que alguna vez-y no es pregunta-alguien se habrá puesto algo de lencería espacial para sorprendente y no se te ocurrió preguntarte quién lo inventó. De lo que hay cada uno escoge lo que le satisface. Simplemente tengo una invitación preciosa dónde no me exigen etiqueta sin embargo es una ilusión que nos sale muy del corazón y que la exteriorizamos asistiendo con las mejores galas que podamos. Creo que las personas que quieren celebrar con la familia y allegados un día que consideran importante no se tienen porqué ver desbordados por lo social, simplemente es un gesto, entre otros muchos, de que son sociales. Por otro lado las costumbres que seguimos sin rechistar son porque nos gustan. Sino ya nos rebelaríamos contra ellas a nivel individual-como haces tú en este caso-o a nivel colectivo. Con respecto al amor ya hemos tenido ocasión de debatirlo en múltiples ocasiones, tú y yo no nos pondríamos jamás de acuerdo. Yo no le doy tantas vueltas. Quiero y dejo que me quieran. No lo pongo en ningún orden para ser feliz. La felicidad la constituyen más cosas y personas que lo referido a la pareja, reconociendo que, en mi caso, este es un pilar muy importante de la misma acaso por la suerte que he tenido con la persona que tengo a mi lado. Refiriéndome a él, siempre digo que muchas veces mientras él me ama yo ando haciendo otras cosas ¿No es eso el gran amor? El que no te impide relacionarte y seguir creciendo como persona. Entiendo que en la receta de la felicidad cada uno añada distintos componentes en distinto porcentaje. Tú pones la salud en primer lugar. Pero eso no lo puedes elegir- a no ser que tengas alguna adicción- Podría estar de acuerdo, pero no te haces ni idea lo que es tener a tu lado a la persona que te ama cuando pierdes dicha salud y eso es algo que alguien elige. Ahí radica lo de que no pueden ir en la misma lista la salud y el amor. La salud es algo orgánico y el amor es algo que tiene que ver con los sentimientos. Lo del dinero va a ser que lo dejamos para otro día. A ver si de mientras los mandamases solucionan la hecatombe a la que vamos encaminados.
ResponderEliminarUn abrazo.
El amor, querida Alicia, también es algo orgánico, como se ha demostrado científicamente, sencillamente porque los sentimientos son orgánicos. Cuando existe falta de sentimientos reales - falta de empatía - hace mucho que se sabe que es por una alteración orgánica del cerebro. A mi me encanta vestir de fiesta el espíritu, me gustaría creer que todo lo que sentimos es debido a que lo insufla algo superior a nuestros lóbulos cerebrales, hormonas y demás fluidos. Pero, para mi, y respeto otras opiniones, no hay alma sin cuerpo. Y eso no resta valor a lo que llamamos espíritu, ni a las sensaciones, ni a la expresión de las mismas, sea en un poema, una canción, o un abrazo. Simplemente pienso que las causas de las cosas tienen mucho que ver con la biología. Por lo demás, puede que no nos pongamos de acuerdo en el famoso tema del "amor" pero eso no quita ni un ápice de cariño, respeto y amistad, bien lo sabes. Un beso.
ResponderEliminarEmilio, esto último nunca lo he puesto en duda. De todas formas es curioso como te sumerges siempre por las profundidades de los textos. No se entendenría de otro modo que tú seas el autor del bello poemario "Corales". Yo tengo empezado uno cuyo título es "Mariposas". Lo dejé cuando en uno de los versos dejarón de brillar las alas. No sé si lo retomaré en otro momento. Acaso cada uno tiene su rodaje y a mí me gusta andar por la superficie ya que, inexorablemente, bastantes situaciones hay en la vida que me arrastran a las profundidades.
ResponderEliminarEmilio, creo que en lo del dinero si estamos completamente de acuerdo, todos tendrían que tener lo básico para vivir sin estrecheces. Oye y no me vengas ahora con lo de la falta de escrúpulos de algunos para obtener dicho dinero y del mal reparto del mismo en el mundo, que también en eso estaríamos de acuerdo ja,ja,ja.
Un abrazo.
Muy bueno Alicia ja, ja, ja..., pero yo que tú devolvería el verde, por muy esmeralda que sea, y volvería a por el rojo. No compramos en exclusiva y puede ser que coincidas en la ceremonia con otra persona que lleve el mismo vestido. En la última boda a la que fuí, ocurrió. Al principio ni nos dimos cuenta hasta que las vimos juntas. ¿Y sabes lo peor? Que luego llegaron las comparaciones ¿A quién le queda mejor? ¿ Cual de las dos ha acertado con los complementos?
ResponderEliminarEspero que no te ocurra lo mismo y si ocurriera te deseo que, al menos, te siente mejor.
Pase lo que pase, disfruta del día, de las risas, de los bailes y de la compañía.
Besos y abrazos.
Alicia, jocoso a pesar del drama que esto implica y como dicen "de la moda lo que te acomoda"
ResponderEliminarLa tiranías se encuentran en cualuier parte.
Un abrazo en azul, para contrariar.
Sergio Astorga
Mari Carmen, estoy segura que no va a ver otro vestido igual. Con todo, creo que no sería una de esas situaciones que me harían perder el buen humor.
ResponderEliminarSabes que llegamos a esta boda con muchos jovenes pero tambien con muchos de nuestros mayores. Tengo contenida la respiración para que lleguen todos bien y que podamos disfrutar de la ocasión.
Un abrazo.
Sergio, el monologo está un poco exagerado para llagar a la chispa del humor pero lo que si que es totalmente real es el color del vestido. Ese verde brillante y luminoso con cierto tono azulado. Voy a ir como si fuese uno de los habitantes de la Ciudad Esmeralda del cuento de El Mago De Oz.
ResponderEliminarUn abrazo en amarillo para que con el tuyo azul logremos elverde.
Muy bueno Alicia! Con un humor muy tuyo, pues según lo leía te estaba viendo y oyendo, has sabido reflejar eso que la mayoría de las mujeres hemos sentido tantas veces.
ResponderEliminarDisfruta, y puedes estar segura que el día de la boda, lucirás estupenda, pues tu calidad humana eclipsará cualquier vestido verde esmeralda.
Un abrazo.
Bueno, me pido unas palabras : soy el padre de la novia, que desea intervenir. Estoy viviendo el proceso por partida doble; no en mi cuerpo, que, tal como decía Aster, "se arregla con un traje que ya tengas y un conjunto de camisa/corbata a juego", sino en el de la novia y en el de su madre.
ResponderEliminarLa situación no es divertida. Siempre he disfrutado yendo a comprar ropa, pero lo de estos días no es lo mismo. Se trata de decisiones muy importantes, no de ir de compras como cada inicio de temporada. Primero hay que elegir y luego, las pruebas. Son trajes que te tienen que gustar y que te deben ajustar como un guante. El día que te lo pones, no se repite.
En todo el diálogo entre entradas, no se ha hablado del diseño, que parece importar poco, pero sí de dos cosas : la afirmación de la individualidad ó sea del traje exclusivo y de la talla.
Caer a los pies de los modistos y diseñadores es una opción de atuendo que no es de ahora. Si os fijáis, en las pinturas y esculturas de la antigüedad ya hay ropas muy vistosas y el canon de las tallas, bendito Rubens, ha ido cambiando según épocas.
El esfuerzo siempre premia. Estoy seguro de que estareis muy guapas todas.
Elena ¡Qué ilusión! Muchas gracias.
ResponderEliminarEspero que esta no sea tu última visita a este cálido refugio de aventureros de la palabra.
Nos vemos mañana.
Un abrazo.
Bienvenido compañero, hermano y amigo.
ResponderEliminarEfectivamente estoy segura que luciremos todas de forma radiante, pero no por los trajes sino porque nos brillarán los ojos debido a la emoción más que nunca al ver que nuestra "niña" sabe porqué y con quién quiere compartir los momentos venideros de su vida y nos invita a una fiesta para compartirlo y celebrarlo.
Un fuerte abrazo.
Querida Alicia, muy buen relato, me ha gustado mucho. No devuelvas el verde que ese color es muy favorecedor,jajaja.
ResponderEliminarMe ha encantado pasearme por "La Nieve", ha sido un sensación muy agradable.
Un beso.
Mila
¡Mila! Gracias por tu visita. No lo pienso devolver ja,ja,ja.
ResponderEliminarMe complace que te hayas sentido cómoda. Ya ves, todo empezó con unos pocos copos y la bola de nieve se fue haciendo más grande. Acaso no tanto en cantidad de componentes pero sin lugar a dudas sí en la calidad humana de los mismos.
Me alegro haberte arrancado una sonrisa.
Te deseo lo mejor para todos tus proyectos.
Un fuerte abrazo.
Querida Alicia, qué divertida tu experiencia (para ti habrá sido un calvario), y qué real todo lo que cuentas. Lo suscribo. Estoy de acuerdo con que la moda es una secta, una tiranía, a la que tanto mujeres como hombres sucumbimos con más frecuencia de la apetecida, y todo por ir como marcan los demás, los dioses del diseño.
ResponderEliminarEn las bodas, por el resplandor de la ceremonia, todos vamos guapos. Tú irás guapísima. Haz una cosa: estrena el vestido verde por la mañana, y el rojo por la tarde para los bailes, y al día siguiente devuelve los dos y que te devuelvan la pasta.
Felicidades por el trabajo. Enhorabuena por el feliz enlace.
Alex
Gracias Alex por al pasar por delante de este saloncito entrar a tomar unas rosquillas caseras y bendecidas en la celebración de San Blas.
ResponderEliminarYa sabes todo lo del relato tiene su explicación. Que si el mazapán en época navideña, que si rosquillas y tortas por San Blas. De aquí a nada las tostadas de carnaval y entre fiesta y fiesta bizcocho de yogurt o de nata ja,ja,ja.
Un fuerte abrazo.
Querida Alicia, cuando puedas entra en el blog de Alejandro. He tenido un despiste imperdonable.
ResponderEliminarUn besito.