El proyecto solidario A ESTE LADO DEL ESPEJO se forjó a lo largo del verano pasado. Fue en octubre cuando Mari Carmen Azcona nos daba la primicia de que ya lo podíamos tener en nuestras manos. Este foro La nieve también dedicó una entrada a principios de este año.
VISITANTE INESPERADO
Era un invierno muy
crudo. Corría ya la tercera semana de enero y hacía varios días que no veíamos
el sol. Deseábamos con ansiedad que
llegara el fin de semana para descansar. Sin embargo, un acontecimiento parecía
que no iba a permitirlo: llegaba a la localidad, y por supuesto a nuestro
hogar, un personaje que pensaba alargar su estancia entre nosotros como mínimo
hasta el lunes. Era conocido por todos y lograba en la mayoría de las ocasiones
alterar nuestro devenir diario.
Siempre se le había atribuido un carácter enérgico pero, al
parecer, en los últimos tiempos había
empeorado bastante y llegaba a presentar un punto de agresividad. Según cuentan
era el azote de todo y de todos los que le rodeaban. Todavía teníamos en el
recuerdo su última visita y aún nos retumbaban en el oído sus voces, es más,
recordábamos cómo en los momentos de mayor furia algunas cosas salieron volando
y otras acabaron destrozadas.
Se acercaba el atardecer del viernes. La abuela llamó para
decirnos que era conveniente que los niños estuvieran presentes en casa para
recibirle. Nos empezó a invadir el nerviosismo. Rápidamente comenzamos a
recorrer la casa poniendo todo en su sitio, como correspondía a la llegada de
tan ilustre viajero. Miramos muy bien en qué condiciones estaban las ventanas,
ya que era habitual que se acercara a ellas como si quisiera curiosear todo el
entorno.
A continuación fuimos al centro comercial, resultaba
necesario comprar las oportunas provisiones por si la situación se complicaba y
el visitante estaba entre nosotros más días de los previstos. Además, debíamos
tener en cuenta que cabía la posibilidad de que viniera acompañado de esa amiga
tan desagradable con la que había aparecido en alguno de sus viajes. Nunca nos
preocupó lo que pudiera traer como regalo, lo más grave siempre era lo que se
llevaba y, como en otras ocasiones, estábamos dispuestos a aguantar y no tener quepagar ningún precio por su
estancia.
Hubo algún problema en las comunicaciones y esto hizo que
tuviera prevista su llegada con bastante retraso con respecto a lo esperado;
tal circunstancia nos daba algo más de tregua.
Durante los días anteriores había nevado bastante pero la
nieve se había ido fundiendo y había ido dando paso a un ligero aumento de la
temperatura. Sin embargo en las noticias oímos pronóstico de tiempo lluvioso,
esto complicaba aún más el viaje. Mientras, de manera inquietante, esperábamos
la llegada recibimos noticias del punto de partida y no eran nada alentadoras,
venía enfadado, colérico y el retraso solamente consiguió aumentar su euforia
tanto como nuestra angustia.
Por fin, resistiéndonos a creerlo, hacía su aparición y, sin
necesidad de protocolo ni de recibimiento, se acercó al portal. No necesitó que
nadie le abriera la puerta, directamente, con un brusco golpe, él se encargo de
ello. Por las escaleras oímos el zumbido de sus palabras.
De repente se fue la luz y en casa todos nos mantuvimos encogidos y en un silencio agónico esperando que pasase de largo.
Alicia Uriarte Landa. Incluido en el libro A este lado del espejo.
Recordad que LA NEVERA para aportar vuestros textos sigue abierta.
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De repente se fue la luz y en casa todos nos mantuvimos encogidos y en un silencio agónico esperando que pasase de largo.
Al fin todo había acabado. Su voz también fue perdiendo tono
hasta transformarse en la nada absoluta. El visitante inesperado continuaba sin
parar su viaje fatal.
Al día siguiente, en todos los medios de comunicación,
leímos la noticia de que el temporal de viento había llegado disfrazado de
ciclón. Los destrozos materiales habían sido catastróficos. Su compañera de
viaje, ataviada con la túnica y la capucha, a toque de guadaña se había llevado
con ella para siempre a doce personas.
Respiramos hondo: ¡Nosotros por esta vez nos habíamos
librado! Alicia Uriarte Landa. Incluido en el libro A este lado del espejo.
Recordad que LA NEVERA para aportar vuestros textos sigue abierta.
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Visitante inesperado que nos va escondiendo hábilmente su identidad hasta el final. Enhorabuena, Alicia, por este relato que cierra el libro solidario con broche de oro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maribel, varias personas que leyeron este cuento me comentaron que, a pesar de no saber de quién se trataba ese visitante inesperado, se iba adivinando que no iba a ser una persona.
EliminarLo de cerrar el libro tuvo sus ventajas. Regale varios ejemplares del mismo en navidades y resultó muy cómodo poder decir que si me querían encontrar empezasen por el final.
Un abrazo
A mí me gusta el acento de inquietud que pones en el relato cuando dices que cabía la posibilidad de que el visitante viniera acompañado de una amiga desagradable. Y tanto. Felicidades por este cuento que no hace más que corroborar que no eres sólo una visitante. También das caña literaria.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose, con mi disponibilidad de tiempo-soy perejil de muchas salsas-voy haciendo lo que puedo y he de decir que esta colaboración que he compartido con vosotros ha sido una gran ilusión. A esa amiga desagradable esperemos no verla ni de lejos.
EliminarUn abrazo.
Atrapar, esconder… es una habilidad que no está alcance de todos, Alicia, y tú has sabido hacerlo. Enhorabuena.
ResponderEliminarQue el visitante inesperado que acaba de llegar, te deje disfrutar del fin de semana.
Besos y abrazos.
Mari Carmen, al ser un cuento un poco más largo me resultó más difícil alargar el desenlace. En los micros es mucho más sencillo, tu bien lo sabes pues inicialmente tuvimos los mismos maestros ;-)
ResponderEliminarCon el invierno que vamos teniendo, ni el viento, ni el frío, ni la lluvia son ya visitantes inesperados. Permanecen con nosotros. Qué horror.
Un abrazo.
Gracias, Alicia: veo que cada vez con mayor habilidad escondes la última carta.
ResponderEliminarUn besazo.
Aster, en este caso me costó un poco hacerlo y creo que se me vio un poco la patita por debajo de la puerta. Aunque es para gustos, algunos expertos dicen que en cuentos de considerable tamaño hay que ir dando pistas. En fin.
ResponderEliminarUn abrazo.