En esta tercera y última crónica quiero dejar constancia de esos dichos o refranes que muchas veces hemos oído y que tuvieron su origen en dicha capital de la cultura. Una mayoría de los mismos están relacionados con todo el ambiente generado alrededor del mundo estudiantil.
IR DE PICOS PARDOS
En Salamanca los asuntos de cómo calmar la sed de sexo cobraron gran importancia en una época en la que la religión dirigía los caminos de la cultura. La existencia para tal menester de las prostitutas llevó a que se les impusiera la obligación de vestir con unas sayas de color pardo que estaban cortadas a picos por la parte inferior. Con ello se evitaba confundirlas con las damas “honestas”. Estas tenían la obligación de cruzar al otro lado del río para abandonar el centro de la ciudad de Salamanca en tiempos de Cuaresma, Con ello se evitaban las tentaciones carnales. El llamado Lunes de Aguas-Lunes de Pascua- los estudiantes cruzaban con barcas para ir en su busca y ellas esperaban agitando ramas, de ahí que se quedaran con el nombre de rameras. De ahí también viene también el dicho “estar como putas en cuaresma”, es decir estar a dos velas.
HACER LA CARRERA
Salamanca, formaba juristas, médicos…., pero también formaba mujeres de “vida alegre”. Eventualmente, una vez aprendido el arte de amar con la estudiantina eran enviadas a la corte en Madrid, esto se llamaba hacer la carrera, o sea un sinónimo de ejercer la prostitución.
CALENTAR EL ASIENTO
Salamanca, huelga decir, siempre fue ciudad de estudiantes, y cumpliendo ese axioma universal que dice que siempre habrá pobres y ricos (con el corolario de más pobres que ricos), había una costumbre que consistía en que los estudiantes pobres llegaban antes a las aulas para sentarse y calentar los primeros sitios correspondiente al alumnado rico (ni imaginar quiero lo que puede ser una mañana salmantina a las 8 en un aula de un edificio de piedra), de ahí la expresión, calentar el asiento.
DERECHO AL PATALEO
Cuando los legítimos propietarios del asiento volvían, los estudiantes pobres se levantaban de la madera calentada con tan duros esfuerzos para ubicarse en su sitio, a esa hora, tan duro y frio como uno puede suponerse. El profesor entonces, en compensación, les permitía unos minutos para patalear.
ESTAR EN CAPILLA
Esta expresión viene de que en la antigua universidad salmantina, la víspera a defender la tesis, los doctorandos debían pasar un día en la capilla de Santa Bárbara para pedir inspiración.
El examen comenzaba cuando el tribunal entraba en la capilla y el doctorando debía mantener la tesis contra sus preguntas. Si aprobaba, salía por la puerta principal, origen de salir por la puerta grande, en caso contrario, salía por la puerta que daba a la calle de los carros, de ahí, salir por la puerta de atrás.
SABER LATÍN
En Salamanca las carreras superiores se estudiaban en latín de ahí que quién supiese esa lengua había de ser espabilado y con ese significado ha pasado a usarse en la actualidad.
SALVADOS POR LA CAMPANA
Antiguamente, para comprobar que alguien estaba muerto, se le ponía un espejo delante de la boca, si no se empañaba, es que efectivamente estaba muerto. Como comprenderéis, esto no era fiable ni seguro, con lo cual a más de uno enterraron vivo, como fue el caso de Fray Luis de León, que sufrió un periodo de catalepsia. Para evitar estos terribles errores, a los difuntos los enterraban con una campana, por si no estaban muertos, la tocaban y los sacaban.
EL MÁS POPULAR
Quizás
el dicho más conocido es aquel que reza en latín “Quod natura non dat, Salmantica non praestat” que significa que lo que la
naturaleza no da, Salamanca no lo presta, pero hay muchísimos más relacionados
con la ciudad de Salamanca. En su versión más sórdida es Salamanca no hace milagros, el que va jumento,
no vuelve sabio.
Curioso,
¿verdad?, a mí, cuando este verano estuve en Salamanca, sí que me lo pareció. Os diré que tuvimos la suerte de tener una guía muy refranera durante tres horas de pateo por la capital del Tormes y me los fui apuntando todos en la agenda que, por consejo de Aster, acostumbro a llevar en la mochila.
Sí que es curioso, a mí también me gustan los refranes y los dichos populares y no sabía que estos tenían su origen precisamente en Salamanca. Me han gustado estas últimas pinceladas de un verano que ya está a punto de recibir a otro, y sobre todo me ha impactado lo de la campana. Salvados por la campana. Vaya tela.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
Maribel, ese itinerario guiado fue todo un derroche de arquitectura, pintura, escultura..., y, como bien ves, literatura. Desde la más culta a la más popular. Lo de la campana, es verdad que tiene su cosa. Yo, por si acaso, va a ser que me decanto por la cremación en vez de la inhumación.
EliminarUn abrazo y que la semana vaya rodada.
Me ha encantado, Alicia, esta clase para conocer el origen de estos refranes de uso tan popular. Como a Maribel, me ha atraído el de "Salvados por la campana", que tanto me recuerda aquel cuento de Poe: "El entierro prematuro", que tan acertadamente llevó al cine Roger Corman en la cinta "La obsesión".
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose, pues se trató de una clase que yo no esperaba. Fue como en los antiguos tiempos, recuperar en verano una de las asignaturas pendientes y con la mejor profesora. Eso sí, en plena canícula.
EliminarAl aparecer, lo del enterramiento en vida es un tema recurrente en la obra de Poe.
Un abrazo.
No esta mal eso de venir en busca del verano, da igual pasado o futuro, en un día como el de hoy, que más parece de un recién estrenado invierno.
ResponderEliminarMe he encantado la entrada, Alicia, soy de los que abogan en favor de la sabiduría implícita en nuestro refranero. Es divertido saber qué historias hay tras las expresiones que usamos a diario.
Gracias por esta triple lección de Lenguaje, Historia y Vida.
Besos y un fuerte abrazo.
Mari Carmen, yo he relatado las historias tal como nos las contaron en Salamanca, pues al parecer debe estar bien documentado. Posteriormente, investigando, resulta que he comprobado que hay otras versiones u orígenes al respecto de alguno de los significados de las mismas. Por ejemplo, otras fuentes dicen que en las casas dónde se ejercía la prostitución, para que poder ser localizadas, se ponían unas ramas. De ahí lo de rameras, palabra hoy ya en desuso. Otras, que eran los estudiantes los que, con ramas en las manos, acudían en busca de las mujeres desterradas temporalmente en la otra orilla del Tormes. Que si su origen es madrileño...
ResponderEliminarEsperemos vernos este miércoles en la presentación de Pachwork en La casa del Libro. Hasta entonces, un abrazo.
Que gozada Alicia, me has hecho recordar dos que siempre me decía mi madre, aunque nunca entendí muy bien de qué iban. Ha sido un paseo muy ameno y evocador. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Juji, me alegro de tu compañía en este paseo por el refranero salmantino. Es verdad que a veces no conocemos los orígenes de ciertos dichos que utilizamos y muchos de ellos son muy curiosos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Alicia.
ResponderEliminarResulta curioso que las nuevas generaciones apenas se sirvan de las frases hechas, desconozcan los refranes y sus posibilidades, mágicas herramientas cargadas de historia.
Aster, te aseguro que el alumnado que pasa por mis manos la de "salvados por la campana" se la llevan oída. Bueno, en su versión timbre. En nuestras manos está contribuir a que esas mágicas herramientas cargadas de historia no se pierdan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Alicia, por irme de picos pardos, por esto de hacer carrera, he calentado el asiento infructuosamente. De nada me ha servido el pataleo, ni estar en capilla, porque he tenido que salir por la puerta de atrás. Pero todo no ha sido infausto que por saber latín me ha salvado la campana porque tengo esperanzas de que mi natura le alcance a Salamanca.
ResponderEliminarAbrazo pre-verano.
Sergio. todo un ejercicio literario.
EliminarGracias por tu viaje a Salamanca.
Un abrazo.