Son desconcertantes los seres humanos: apenas les ha dado tiempo para desmantelar la Navidad, para –como si fuera ese curioso juego con que se divierten sus crías- esconderse, respirar hondo durante unos segundos, desconectar....
Me refiero a las rebajas: ese período surrealista en que los objetos se devalúan inexplicablemente sin mediar otra razón que unas horas, o unos días. Es curioso que ahora, cuando menos valen, les resulten más atractivos: llegan a las manos por un abrigo o un televisor de plasma.
Me he armado de valor y me he acercado al dependiente de estos grandes almacenes en busca de una explicación, de un motivo. Me ha mirado descolocado: su sonrisa no tenía precio...
Aster, ya decía, y muy bien dicho, Antonio Machado que “es de necios confundir valor y precio”.
ResponderEliminarNo me extraña que el visitante de Agua no entienda nada ya que así como muy fácil poner precio a una cosa, ya que es un proceso cuantitativo, no parece que sea tan fácil cuando hablamos del valor. Ese que tantas veces es cualitativo. Acaso lo que más valor tenga sea ese libro, aquella música, ese gesto, aquella persona, aquel paisaje,...que tanto nos hace sentir.
MÁSMÓVIL lanzó el año pasado un video en su campaña de marketing utilizando la diferencia entre el precio y el valor. Os lo dejo:
http://www.youtube.com/watch?v=W7DD57aLPyI
Un abrazo
Gracias, Alicia. Tu vídeo ilustra perfectamente el micro. Nada como poner un nombre de números a las cosas...
EliminarUn abrazo.
Suelo decirle a mi hijo que las cosas más valiosas de la vida no valen dinero. La amistad, por ejemplo. O una carcajada espontánea. Tus micros, Aster.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, José Antonio. Quizás también la nieve que ha caído -completamente gratis- estos días...
EliminarUn abrazo.
Lo que más vale, amigo Aster, no tiene precio. No se puede comparar el bien que nos hace una sonrisa (la de tu dependiente, por ejemplo) comparado con un televisor lleno de noticias que sólo hacen llorar.
ResponderEliminarUn abrazo con toda mi admiración.
Alejandro
Gracias, Alejandro. Tu comentario tampoco tiene precio.
EliminarUn abrazo.
Crónica de una alienación anunciada. Nunca mejor dicho, pues la ciudad y los medios se llenan de anuncios de ese supuesto Eldorado que son las rebajas. Ese momento en el que hay que comprar, aunque no se necesite, porque siempre es mejor prevenir que curar. De todas formas, tal y como está la vida, me temo que las rebajas se van a extender durante todo el año. De este modo pasaremos la vida en los grandes almacenes, no se puede desaprovechar la ocasión. Lo único, eso sí, que en vez de comprar 36 pares de calcetines de 10 euros el trío, de una vez, compraremos 3 tríos cada mes a 9 euros. Es decir que, por el hecho de extender nuestro tiempo de visita y compra, es posible que el Almacén nos permita ahorrar un euro más por mes. ¿Qué ya tiene usted calcetines suficientes ? Vaya hombre...qué contrariedad...Mire, no lo piense. Porque, si lo piensa, va a perder una gran oportunidad. ¿Que se lo tiene que quitar de comer o de comprar libros? Tampoco lo piense, hombre, tampoco lo piense...
ResponderEliminarDe eso se trata, Emilio; de no pensar demasiado. Si te has fijado en los grandes almacenes no hay ni una sola ventana al exterior.
EliminarUn abrazo.
Qué cosas...como he vivido y escrito en La Nieve desde el principio, la considero mi casa. Nunca pensé que no tenía llave de mi habitación...y resulta que he tenido que renovar mi seguimiento...No lo entiendo bien, puesto que tengo link directo desde siempre..¿Tiene que ver con la renovación del formato, Áster? Bueno, hemos dejado la zona de sombra...a ver si empezamos a ser el blanco de todas las miradas....
ResponderEliminarSeguidor y autor de un blog son temas diferentes, Emilio. Tú eres autor (puedes publicar y editar entradas en esta bitácora) pero quizás nunca clicaste en "Participar en este sitio" para hacerte seguidor.
EliminarPor cierto, si algún seguidor quiere participar como autor sólo tiene que ponerse en contacto con nosotros.
Otro abrazo