Hoy se ha sabido que al mítico y tan admirado por muchos, entre los que me incluyo, Leonard Cohen se le ha concedido el Príncipe de Asturias de las Letras. Se dice que de las tres generaciones que le veneran hay una, la mía, que le debe mucho: le debe al poeta de voz profunda el que con los acordes de sus canciones aprendiésemos a amar y a soñar.
En la España de principios de los 70, con un único canal de televisión se veía desde Madrid a grupos de calidad como Los Pekeniques y Los Relámpagos, y desde Barcelona a Los Mustang y Los Sirex entre otros. Sin embargo ya se adivinaba que había algo más allá de las fronteras.
En la radio era diferente y se podía oír a algunos de los que no podían tocar por censura, el podio de la televisión. Serrat, Paco Ibañez y Lluis Llach.
En las facultades universitarias se respiraba otro ambiente y la lucha contra el franquismo condicionaba de manera agobiante todo: el comportamiento, las relaciones familiares, el sexo y, claro, la música. Los jóvenes de los setenta coreábamos a Llach, Raimon, Labordeta, Lertxundi, Mikel Laboa y tantos otros.
Los "progres" se pasaban vinilos y cintas de los latinoamericanos universales: Quilapayun, Mercedes Sosa, Soledad Bravo, Victor Jara, y el griego Theodorakis. Por supuesto no faltaban Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
De repente, llegó Leonard Cohen, con melena y gabardina, desde la isla de Wight y cantó Suzanne: "Suzanne te lleva abajo, hacia su lugar cerca del río". Y todo estalló.
Cohen no llegó solo, hacía tiempo que se oía a Joan Baez. Además ya estaban Pink Floyd, Los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan…
En los ambientes clandestinos se comentaba qué artistas estaban de su parte. Pink Floyd y Leonard Cohen simpatizaban con corrientes de extrema izquierda. La música era el mensaje. Así fue como Cohen y Dylan, lograban dar luz a frustraciones y delirios.
"So long, Marianne", "Suzanne", "Sister of mercy", "The Partisan", "The Butchter", "Joan of Arc", "Avalanche" son composiciones rebeldes pero íntimas que, con la ayuda del diccionario, nos ayudaron a los jóvenes a trascender. Con el paso de los años nos hizo mejores por sus canciones de marcado carácter literario.
La voz profunda del elegante caballero que logró ser parte esencial en la banda sonora de aquella generación, hoy empieza, acaso con cierto retraso, a ser oficialmente reconocida. Y debemos estar contentos.
Os dejo una de mis canciones favoritas que me retrotrae con nostalgia al recuerdo.
A continuación la canción en la versión de Ana Belén:
Es un poeta como la copa de un pino. Esta canción también es una de mis favoritas, entre otras de ese maravilloso disco llamado "I'm your man". Cuando se publicó yo tenía trece años y aún lo sigo escuchando con veneración.
ResponderEliminarY eso que no entiendo ni papa.
Un abrazo.
Felicidades a Cohen por ser un símbolo, por todo lo que tú has contado, Alicia, por formar parte de momentos esenciales de muchas vidas.
ResponderEliminar¡Qué canción, madre, qué canción!
Felicidades también a ti.
Un abrazo.
Está bien que le hayan dado a Cohen este premio que como casi todos llega tarde...Pero no importa porque el verdadero PREMIO, el que va escrito con mayúsculas, ya lo tenía hace años. El de sus fieles seguidores generación tras generación, y eso pocas personas lo consiguen.
ResponderEliminarSabéis que no le busco en mi memoria porque ha sido la banda sonora de mi pasado, de mi presente y mi futuro.
Gracias Alicia por esta preciosa entrada que nos da la oportunidad de bailar a su lado.
Besos y un fuerte abrazo a todo@s
Oportuna, como siempre, Alicia, tu entrada. Poco más de lo que han dicho nuestros compañeros puedo añadir sobre Leonard Cohen (insistiría en esa imagen de "banda sonora" que apunta Mari Carmen.
ResponderEliminarPrefiero guardar silencio y escucharle.
Un abrazo
Jose Antonio, a mi me fascinaba este vals. Tal vez también esa sea parte de la magia de la música. Que es universal y trasciende por igual en algunos de nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maribel, efectivamente. Estoy segura que escuchando a Leonard Cohen se han escrito momentos importantes en muchas vidas, al igual que en la mía. Y todavía mejor, se siguen escribiendo. La letra de "Take this Waltz" (álbum I'm your Man, 1988), es una adaptación del poema "Pequeño vals vienés", de Federico García Lorca, al que Cohen admira. De hecho su hija se llama Lorca en honor al poeta granadino. La canción ha sido interpretada por Enrique Morente y por Ana Belén en su álbum Lorquiana (1998).
ResponderEliminarInserto en la entrada la versión de Ana Belén.
Un abrazo.
Mari Carmen, creo que nunca es tarde. El reconocimiento de todos ya lo tenía pero los reconocimientos oficiales traen también dinero. Si no han aumentado la cuantía, los Premios Príncipe de Asturias cuentan con una dotación económica de 50.000 euros. Y si no, recuerda que justito de dinero murió Celaya y otros.
ResponderEliminarUn abrazo
Aster, varias veces a lo largo de la historia de este foro hemos comentado la importancia de la música en nuestras vidas. Unas veces actúa como bálsamo y otras como excitante. No olvidemos que los griegos fueron los primeros en sistematizar el efecto de la música sobre la conducta humana. Así que dejemos que nos acompañe. No te pierdas la versión de Ana Belen.
ResponderEliminarUn abrazo.