Solemos rememorar la infancia a partir de acontecimientos que, bien mirado, resultan intrascendentes: los dientes de leche, el primer pantalón largo, el brazo escayolado.
Un buen día, que curiosamente no recordamos, mentimos. Dejemos de lado el motivo; el asunto es que creamos una nueva realidad, una versión alternativa.
Yo no he sido –decimos, a pesar de la evidencia.
No seas mentiroso –nos responden.
Luego cada cual utiliza ese invento fascinante de una u otra forma en la vida: para vender, para seducir, para sobrevivir, para conformarse.
Sin duda los que escriben son los que mejor utilizan el invento. Ojalá siempre fuera utilizado para realizar actividades creativas.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Voy a contestar, Aster, con una frase que se me ocurrió el otro día y que estreno en La Nieve:
ResponderEliminar"Las mentiras son esas verdades particulares con las que se intenta manipular al otro...y salvarse uno mismo"
Cada día, Aster, tengo menos claro la distancia que hay entre la verdad y la mentira. La mente es frágil, los recuerdos se distorsionan...lo que si tengo claro es que detrás de una mentira está el deseo de engañar, de manipular. Los motivos son los que me importan.
ResponderEliminarDe todas la maneras yo no llamaría embusteros a los escritores. Es cierto que o inventan una realidad pero su fin es hacer daño y, lo que hace que se despierte su imaginación, o su emoción...es verdad.
Como siempre, magistral.
Un besos y un fuerte abrazo.
Hace poco he terminado un libro de cuentos de un escritor que calca la realidad, Aster, en una especie de periodismo biográfico.
ResponderEliminarNo digo que no sea interesante asistir a los cuatrocientos líos de faldas que ha protagonizado y por los cuales no siento evidia ninguna, pero a mí me seduce más inventar que contar los pormenores de mi vida.
Me seduce más lo que podría haber sido que lo que finalmente fue. ¿Y a ti?
Un abrazo.
Aster, yo creo que cuando nos mostramos a los demás, en cualquier tipo de relación o bien escribiendo-que al fin y al cabo no deja de ser otro modo de relacionarse-, en general no mentimos. Extraemos de nuestra realidad aquello que queremos transmitir a las personas que tenemos enfrente y, según sea el tipo de relación, lo adornamos para conseguir el objetivo que pretendemos. Otra cosa distinta es cuando por medio de mentiras aparentamos delante de los demás lo que realmente no somos. En ese caso, la mentira nos puede llega a envolver tanto que puede destruir el más hermoso de los sueños.
ResponderEliminarUn abrazo de verdad.
Maribel, Emilio, Mari Carmen, Alicia, José Antonio: gracias.
ResponderEliminarLa última novela de Lucía Etxebarria lleva por título "Lo verdadero es un momento de lo falso".
Estoy completamente de acuerdo. De hecho cada uno elabora un "relato" de su propia vida desde ese principio.
Por supuesto amigos que el escritor no miente pero sí que da muchas veces -fijaos en el realismo mágico- una explicación insólita de la realidad.
Un abrazo.