Un servidor es un hombre de costumbres. Por eso me he asustado tanto esta mañana cuando, sin más ni más, ha empezado a girar la cucharilla del café en el sentido contrario al acostumbrado.
Primero, tímidamente; luego, con una decisión inquietante.
En mi interior -da miedo pensarlo- se esconde todo un revolucionario.
En fin.
Primero, tímidamente; luego, con una decisión inquietante.
En mi interior -da miedo pensarlo- se esconde todo un revolucionario.
En fin.
Aster, la actividad continua al servicio de la colonia es la rutina de cada hormiga trabajadora. Su cuerpo es modelo de fortaleza y movilidad. Quién no sintió en la infancia la tentación de romper la fila para poder comprobar que, a pesar del caos aparente que se formaba en ese momento, las hormigas siempre eran capaces de reorganizarse y volver a esa rutina ordenada. Aprovecho para comentar que el año pasado, la foto con hormigas comiendo una hoja gano un premio a la mejor fotografía de naturaleza. La foto con cuyo título es "Una maravilla de hormigas" muestra una escena de un grupo de estos insectos en lo que parece un esfuerzo organizado por obtener alimento.
ResponderEliminarOs recomiendo su visión y la de las otras fotos finalistas. No os arrepentiréis. Os dejo el enlace:
http://www.fotonaturaleza.org/noticia.php?image_id=35535
La imagen me ha recordado la secuencia de hormigas que aparecen a lo largo de la obra de Dalí y que aún andan dándole vueltas a si el significado de las mismas es diferente segun dónde las pintó. Con se excentridad, cualquiera sabe.
Retomando el tema del micro-compañero no tengo remedio, siempre me enrollo- que bien que, aún de vez en cuando, tenemos la capacidad de salirnos de la monotonía en la que, si bajamos la guardia, se puede convertir nuestra vida. Sinceramente a mí me da mucho más miedo el que pueda llegar un día en que nada me revolucione.
Sería el fin.
Un besazo.
La única revolución que merece la pena, Aster, es la del cariño.
ResponderEliminarGenial micro.
Lo que es capaz de decir de nosotros una cucharilla de café... Siempre tiene que haber espacio para la revolución.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Un abrazo.
¿Será verdad eso de que pasada la madurez desandamos el camino y por eso llega un momento en que los ancianos y los niños se juntan en el camino en una segunda infancia? Y si sucede eso, ¿en ese retroceso también viviremos una segunda juventud y adolescencia donde las hormonas se revolucionan ante cualquier sistema? ¿Será lo que le ocurre a tu personaje? ¿Serán estas demasiadas preguntas?
ResponderEliminarAster, genial, eres todo un revolucionario...en cuanto a micros.
Un fuerte abrazo.
Magnifico. Hace tiempo que aprendí que lo único que podemos considerar libertario y revolucionario es la actitud ante la vida. La actitud, muy por encima de cualquier ideología. Y el origen de cualquier actitud es una mezcla de biología y de aprendizaje. Saber. Sí, la sabiduría es lo más revolucionario que hay. Porque ayuda a conservar lo mejor de lo que el ser humano trata de construir y de cambiar aquello que nos aliena y destruye.
ResponderEliminarY, previo a cualquier cambio profundo, está la reflexión. Seguro que el cambio de sentido del giro...implicaba una sensación interior de decir: "No es esto, no es esto..."
En fin, querido Aster, eres un escritor como la copa de un pino. Con dos pinceladas...revolucionas una narración. Y una lectura.
Alicia, José Antonio, Maribel, Mari Carmen, Emilio: gracias.
ResponderEliminarTanto en mi micro anterior -Viernes- como en éste me detengo a valorar la enorme fuerza que tiene la inercia en nuestras vidas, la costumbre, la habitualidad y cómo esa uniformidad nos deshumaniza, no nos permite pensar, decidir o emocionarnos.
Pero poco se puede hacer: somos animales de costumbres.