Cada vez que ella rebuscaba en su bolso en pos, por ejemplo, de las llaves y en ese trasiego sacaba de su interior un fajo de billetes de quinientos euros, una llave inglesa, un azulejo o una pelota de tenis y apoyaba esos objetos sobre la mesa, yo fingía –la quiero tanto- no haber visto nada.
La rutina convirtió lo más insólito en cotidiano y si buscando, por ejemplo, la agenda se le cae al suelo una navaja de muelles o unos prismáticos, me limito a recogérselos y continuamos haciendo planes para el sábado o acordando la lista de la compra; seguimos besándonos mientras ella vuelve a guardar el zapato de caballero, el cable euroconector o el limpiaparabrisas de un Ford Mondeo.
No tiene ningún sentido después de tanto tiempo perder los papeles para averiguar de dónde coño ha salido ese animal que, buscando un preservativo, ha dejado sobre la colcha.
Es un cangrejo– me ha tranquilizado mientras el crustáceo corre a refugiarse bajo la almohada.
¿De río? –he balbuceado mordisqueándole el pezón derecho.
En fin.
Tras este excelente micro, y con el cariz que ha tomado el asunto, para el siguiente encuentro yo propongo que empiecen por un juego de mesa erótico. Por ejemplo el strip-cinquillo. Es un juego rápido en el que el que pierde se quita una prenda o pone un objeto personal. Claro que se trata de empezar tal como llegan de la calle. Así se alarga el preludio, ya que ella puede poner objetos del interior del bolso y para él valen los del interior de los bolsos. Igual os encontráis con sorpresas en lo que respecta a quién posee más piezas para ir poniendo ja,ja,ja.
ResponderEliminarAster, un abrazo y que descanses esta semana de carnaval.
Querido Aster...el cuento es extraordinario sin paliativos. No se puede paliar lo superlativo. Has hecho bien, de todas formas, en mostrarnos la imagen de ella, que justifica tu paciencia, y la imagen de su bolso, tan enorme, que justifica su capacidad de contención. Que quieres que te diga...yo, en el caso del protagonista, como tú, terminaría por resignarme...
ResponderEliminarUn abrazo. Gran entrada.
El amor es una bella mentira y los bolsos seres misteriosos que esconden todos los sueños posibles.
ResponderEliminarTu micro desprende un erotismo, querido Aster, que me recuerda alguna canción de amor de Aute.
Todas son buenas. Te dejo que sigas mordisqueando el pezón derecho, eso sí, con un punto de romanticismo.
Un abrazo, amigo.
Qué bueno Aster, es genial...tienes una chispa única. Enhorabuena.
ResponderEliminarUna curiosidad ¿el cangrejo era de río? Es por intentar seguir los pasos de sus andanzas.
Sólo espero que quién haya leído este micro y vea que mi bolsos son cada día más grandes, no piense mal...o que piense bien, que es parecido pero no es lo mismo.
Besos y abrazos.
Jajajaja, insuperable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Alicia, Emilio, José Antonio, Maribel: gracias.
ResponderEliminarSiempre me han llamado poderosamente la atención los bolsos de las mujeres. Su interior, para empezar suele ser caótico; su contenido, sorprendente y caracterizador.
Este micro lleva esta percepción masculina al extremo. El bolso, más que un complemento, una prótesis, una prolongación, un espejo.
Un abrazo.