Alguien debería hacerle un monumento, escribirle una oda. Al colgador, digo. Parece, ahí donde lo ven, tan prosaico, tan incómodo y, sin embargo, es uno de los objetos que nos hace más humanos.
Llevamos vidas anónimas, herméticas, detrás de las cortinas y de las fachadas. Sólo en esos colgadores ondean retales de nuestras banderas emocionales; sus cables son líneas de tiempo en los que aparecen patucos y desaparecen pantalones; el orden o desidia que presentan son tan elocuentes...
Esos chispazos de privacidad hacen el mundo menos oscuro; más habitable. Habría que sacarlos de los patios de vecindad y ponerlos en las avenidas.
Nunca hubiera caído en la humanidad de los colgadores, Aster, en el reflejo del paso del tiempo. Dice mi mujer que está prohibido tender en la calle, excepto en un barrio de Oporto, el que se extiende a la ribera del Duero.
ResponderEliminarPero la ley está para violarla.
Un abrazo.
Desconocía, José Antonio, lo de Oporto. Curioso.
EliminarUn abrazo.
Aster, yo fui consciente hace bastante tiempo-estaba en Ballonti, así que ya ha llovido-de esa humanidad a la que nos pueden llevar los colgadores de ropa. Recien empezado el curso, uno de mis nuevos alumnos más jóvenes no sabía que compartíamos patio interior. Yo también lo ignoraba. Una mirada cómplice nos hizo entender que ambos callaríamos. Él estaba fumando... Yo tenía una pieza de mi ropa interior en la mano... No le volví a ver fumar. Yo decidí colgar la lenceria protegida entre prendas más grandes.
ResponderEliminarY unido al tema, aprovecho para nombrar el segundo libro de poemas de Antonio Molina y Daniela Bartolomé. El año pasado acudimos a su presentación. Su título, GOBADA-colada en euskera-. Una colada de versos teñidos de añil que se esparcen al aire y al sol. La portada bien pudiera ser una de esas imágenes que tu nos has mostrado.
http://poesiaenlata.es/presentacion-2/imgp0809-3/
Un abrazo.
¡Qué buena historia, Alicia! Sí que han pasado años desde Ballonti.
EliminarEnhorabuena a Antonio y Daniela por Gobada.
Yo lo suelo disfrutar todavía en las tierras de Andalucía, una cuerda larga de un lugar a otro y muy altos... El misterio es una simple caña con la punta en forma de V que se introduce en el centro de la cuerda, cuando ya está colgada la ropa y la suspendes dejando la caña derecha mirando al cielo y, si el viento sopla demasiado, la ropa se balancea y mantiene el equilibrio sin problemas.
ResponderEliminarun saludo
antonio
Transmite emoción, belleza, lo que nos cuentas. El viento, los colores, ese equilibrio inestable...
EliminarLas banderas de mi casa son la ropa "tendía".
ResponderEliminarUn hadabeso!