Simplemente me dolía ahí, donde la espalda empieza a perder su buen nombre.
El traumatólogo, con toda la buena intención, me aconsejó nadar y un servidor empezó a acudir diariamente a la piscina. La lumbalgia desapareció y en su lugar comencé a notar cierto picor entre los dedos que con el tiempo se convirtió en irreprimible comezón.
El dermatólogo, con toda su buena fe, me recetó unos comprimidos que un servidor se administró regularmente después de las comidas. Los hongos, sí, remitieron pero me asaltó un ardor de estómago que con los días se volvió dolor recurrente.
El especialista de digestivo, con muy buen criterio, me recomendó comidas limpias y arroz blanco. Un servidor mantuvo esa dieta espartana. La acidez cedió pero se apoderó de mí un decaimiento que los meses convirtieron en tristeza y apatía.
El psiquiatra me ha indicado unas ampollas de hierro y unos antidepresivos de color naranja. He recuperado el ánimo pero al incorporarme en el diván de la consulta se me ha resentido la espalda.
Nadar; lo que a usted le conviene es nadar -me ha insistido el traumatólogo.
Un gran microrelato donde el ingenio brilla por su presencia. Como la vida misma, pero en Literatura de la buena.
ResponderEliminarGracias, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Aster, esto en vez de un "looping informático" parece ser un "looping clínico" ja.ja.ja. La mayoria de las situaciones que creemos ya haberlas vivido son el resultado de un proceso parecido al que describes salvo que, exceptuando tú por lo observador que eres, los demás no nos damos cuenta de ello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Alicia.
EliminarUn besazo
Este micro define muy bien tu forma de ver el mundo, entre melancólica y socarrona. Además, has creado un estilo de hacer micros, el estilo Aster. Tus micros son como píldoras que nos recetara un médico del absurdo, un psiquiatra con una nariz de payaso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, José Antonio. Eres uno de mis mejores -nunca mejor dicho- pacientes.
EliminarUn abrazo.
Un escrito ingenioso y que pasa en la vida real..
ResponderEliminar¡que me lo digan a mi!....
entrar en ese circulo vicioso tiene peligro...jejejeje...me ha brotado una sonrisa y eso no tiene precio.
No se desde donde he entrado a este blog, pero estos minutos de lectura me han sido agradables...
Recibe mi saludo.
Gracias, Anna. Tu sonrisa es el mejor comentario posible.
EliminarAster, un buen sistema para explicar en qué consiste la cinta Moebius. Es genial. cómo echaba de menos tus relatos tan especiales, tan particulares...Como siempre la sonrisa asegurada. Gracias.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Gracias, Mari Carmen.
EliminarUn abrazo.
Jeje, me he reído con este círculo vicioso, o círculo ingenioso. Yo, por si acaso, me quedo con el dolor de espalda, ni se me ocurriría nadar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Maribel.
EliminarUn abrazo.
Aster, nadar en círculos, claro. Técnica literaria, faltaba mas.
ResponderEliminarCoincido tus micros son recetables.
Abrazo sin dolor.
Sergio Astorga
Gracias, Sergio.
EliminarUn abrazo.