Esta crónica no es más que un intento de plasmar parte de los múltiples momentos, situaciones y lugares que he ido encontrando a lo largo de mi periplo veraniego.
Tras acabar las clases en el instituto, julio supuso una etapa de tránsito. La adaptación a que era dueña de un tiempo distinto fue inmediata. Disfruté de esa gustosa pereza que no te hace sentir culpable. Disfruté de tiempo “vacio”. Ese tiempo que no se tiene planificado y en el que se puede ir improvisando cualquier plan. Paseé mucho con mis mayores. Organicé papeles y asuntos que, por lo de secuenciar las prioridades, habían ido quedando atrás. Quedé con amigas y compartí más tiempo mis tres “chicos”. Leí artículos y noticias que en su momento me parecieron interesantes y que quedaron aparcados en una esquina a la espera de ese momento de calidad para su lectura. Cociné comidas que requieren más tiempo.
Sin casi darme cuenta, llegaba el momento de preparar maletas y comenzar ese tour veraniego que este año iba a ser más largo que lo habitual y que comenzaba el 29 de julio paseando a lo largo de una cala tarraconense en un atardecer que, por la temperatura, los aromas, el lugar y la compañía, ya presagiaba el inicio de una búsqueda de momentos distintos a los que nuestra vida, unas veces rutinaria y otras estresante, nos había deparado a lo largo de los últimos meses. Además procedía hacer el balance anual. Como he comentado varias veces, dicho balance lo hago coincidir con la etapa estival. A primeros de setiembre llega mi cumpleaños que, además, coincide con mi vuelta al trabajo y con mi Año Nuevo. Siempre he tenido la impresión que me da menos error el balance en esta época que en la época navideña en la que, en general, andamos todos con un sentimentalismo y solidaridad forzados por intereses externos a los nuestros.
La primera semana fue totalmente de relax. Playa y piscina se alternaron a acogernos mientras nuestras pieles se iban dorando y nuestras mentes se iban liberando de las palabras “horario”, “obligación”, “jornada laboral”... Disfruté de mi familia afincada en tierras catalanas. Paseos por la orilla de la playa se alternaron con la búsqueda de piñones por los pinares de la campiña catalana. Descubrimos una nueva y divertida modalidad de hacer ejercicio físico, el AQUAGYM. Ejercicios en el interior de la piscina llevados a cabo con música y con la utilización de materiales-en nuestro caso una pelota y un flotador cilíndrico alargado-.
Pusimos a prueba lo de que propiedades del medio acuático hacen que con un menos esfuerzo podamos hacer los mismos ejercicios que haríamos fuera del agua sin sentir tanto cansancio y que, además de sudar menos, al realizar los ejercicios no recibamos ningún tipo de impacto. Incluso que seamos capaces de hacer ejercicios impensables de hacer fuera del agua debido a su dificultad. Os aseguro que fue una de las actividades que mejor recuerdo por lo divertido que fue conseguir bailar mínimamente con algo de armonía dentro del agua-al comienzo de cada sesión-y fuera del agua-al final de la misma –la que ha sido nuestra canción del verano, “Danza Kuduro”. Os dejo un video de Youtoube. El que tengo grabado nuestro es el de la primera sesión que solo lo hemos mostrado en privado a las amistades. Cada vez que lo veo no puedo evitar la carcajada. Os diré que mi marido, que no dudó en seguirme a esta aventura, progresó más adecuadamente que yo y que sentí pena por no haber podido participar en la exhibición del último día del curso. Me han comentado que fue todo un éxito tanto en la piscina como en la discoteca.
Con la tez morena y con la intención de no dejar ningún lugar sin descubrir, desde el aeropuerto de Reus volábamos hacia Mallorca. El objetivo de este viaje era recorrer todos los pueblos típicos de la isla con sus lugares más emblemáticos así como disfrutar de la escultura, arquitectura y pintura a pie de calle o en las correspondientes visitas guiadas y museos. Sabía que, en algún momento, la Literatura saldría a nuestro encuentro por alguno de dichos parajes.
Uno de los primeros lugares que visitamos fueron las famosas Cuevas del Drach. En el interior de las mismas, un concierto de música clásica en el lago Martel, considerado como uno de los lagos subterráneos más grandes del mundo, fue un regalo para la sensibilidad. Nuestra visita a Porto Cristo, situado en el término municipal de Manacor, nos permitió observar como este puerto es un punto de partida de embarcaciones que organizan excursiones por el litoral. Las mismas han substituido el espacio que han ido dejando vació los barcos de pesca de arrastre.
Caminamos bajo la sombra del recinto amurallado de la localidad de Alcudia, ciudad que se ha volcado en favorecer el turismo familiar, especialmente de origen británico. Degustamos el zumo de las exquisitas naranjas que se cultivan desde hace más de 600 años en el pueblo de Sóller. Esta fruta llegó a Mallorca de la mano de navegantes árabes y convirtió este lugar en el paisaje de naranjos más frondoso de toda la isla. Desde el centro del pueblo descendimos en tranvía hasta el puerto.
No podía faltar nuestra visita a Valldemosa y la visita a su famosa Cartuja. En la misma no pasan desapercibidos el recuerdo que en ella dejó en el invierno de 1838-1839 la estancia de la pareja romántica integrada por Frédéric Chopín y George Sand.
A la escritora, vivir en la Cartuja le supuso poder inspirarse y escribir su novela “Spiridión” así como describir el viaje a la isla en su libro “Un invierno en Mallorca”. De mientras, Chopin desde su celda, resguardado de la intensa lluvia, frágil, casi sin fuerzas por secuelas de su enfermedad, compuso la mayoría de sus Preludios y muchas otras composiciones. Por todo esto, Frédéric Chopin y George Sand quedarán siempre ligados a Valldemossa, al estrépito de su lluvia golpeando sus tejados, a sus empedradas calles tapizadas con hojas de plataneros, y a la austeridad vestida de cal.
También Jovellanos pasó por Mallorca. Estuvo desterrado en la Cartuja desde donde posteriormente sería trasladado al Castillo de Bellver a lo largo del periodo comprendido entre los años 1801 y 1808..
El nombre de otro personaje literario aparecería en nuestro itinerario por la Cartuja. Durante el invierno de 1906-1907 Rubén Darío llegó a Mallorca por primera vez, y se instaló en la isla por un período de medio año. Su casa se convirtió en centro de reunión de políticos, pintores, escritores y periodistas. Después realizará otro viaje a la isla en 1913 y se instalaría en la Cartuja de Valldemossa.
En Mallorca, y alguna dedicada a la isla, escribió varias poesías, así como la Epístola a la señora de Leopoldo Lugones, el poema La isla de Oro y la novela El oro de Mallorca. En el paseo de La Sagrera un monumento a este escritor le rinde homenaje así como otro, en el mismo paseo y muy próximo a la catedral, recuerda al, entre otros méritos ser el gran precursor literario, mallorquín Ramón Llull. Un libro en su mano izquierda y una pluma en la derecha dan prueba de ello.
En la biblioteca conventual se reunía la Comunidad, presidida por el Padre Prior, para debatir los asuntos de interés general. La tradición dice que se reunían los jueves a la tarde en un periodo de media hora. Entonces era la única opción que les permitía hablar entre ellos. Cada monje sólo podía coger un máximo de tres libros para llevarse a su celda.
El atardecer siempre resulta hermoso en cualquier punto desde el que se pueda ver el mar. Entre los lugares a los que merece la pena acercarse en esa mágica hora se encuentra el municipio de Andratx, situado en la costa de poniente, cuenta con lugares desde los que contemplar atardeceres preciosos. Así que a propósito dejamos para un atardecer la visita a dicho puerto. La foto es la prueba de que nos despedimos del sol de ese día en dicho lugar. Por otro lado, una pena lo ocasionado en esa zona debido a la equivoca especulación del suelo.
Mallorca fue uno de los vértices del triángulo mironiano-junto con Barcelona y Tarragona-así que procedía visitar la sede de la Fundación Pilar i Joan Miró. Situada al final de una enorme cuesta, enfrente del Palacio de Marivent-, me permitió disfrutar de una multitud de obras de Miró. El año pasado en el pueblo de tarraconense de Mont-Roig tuve la ocasión de acercarme al autor pero no a sus obras autenticas. Aquellas eran ediciones facsímiles. Visitamos la exposición permanente y la temporal cuyo título “De un rojo encendido” anunciaba el color predominante de las obras expuestas y que de nuevo me llevaron a aquellos montes rojos que tanto marcaron su vida.
La Fundación se encuentra en un moderno edificio diseñado por Moneo. Al lado del mismo, pudimos visitar el taller tal como quedó a su muerte y disfruté viendo otro “Sol de palmas”-elemento importante del universo mironiano- y que estaba colgado en una esquina del mismo.
Cuadros y esculturas metálicas se vieron complementados con la oportunidad de ver trazos de futuras obras que Miró esbozada sobre las paredes de cal de su casa-taller previamente a plasmarlas en el lienzo.
Me gustó la visita por lo de la autenticidad de las obras, sin embargo el espíritu de Miró lo sentí mucho más el año pasado en la visita a Mont-Roig. Me queda visitar el tercer vértice, Barcelona. He estado varias veces en esta capital, sin embargo nunca llevé como objetivo seguir las pistas de Miró.
Respecto al resto de todo lo visto y sentido en Mallorca creo que necesitaría varias crónicas más para contarlo. Lo anterior no ha sido nada más que unas pinceladas. Del resto, y modo de resumen, os diré que Palma la visitamos en el Bus turístico bajando en los lugares más típicos.
Cito la majestuosidad de la catedral. Me encantó el altar y el baldaquino diseñado por Gaudí. Me recordó al de la Sagrada Familia.
En la otra punta de Palma, el Castillo de Bellver nos permitió divisar el puerto. Jamás había visto yates y buques de lujo de tal magnitud. En el verano mallorquín convive gente adinerada, a nivel de costa, con una sociedad más burguesa que se descubre a nada que uno se aleja hacia el interior.
En lo que se refiere a la lectura en el periodo estival os diré que inicié en julio la lectura en papel de los primeros capítulos de la obra “EL COLOR DE LA MALDAD”, de nuestro compañero Armando Rodera.
Compré el libro en forma digital y en agosto seguí, ya desde el ordenador, el trabajo de colaboración del comisario de la Policía Nacional y el sargento de la Guardia Civil. La labor de equipo de ambos, para hallar al asesino de una pareja de novios, así como los entresijos de la mente del psicópata protagonista de la obra me llevarían parte del tiempo de lectura que, sin lugar a duda, recomiendo a los amantes del género y a los no tan amantes como ha sido mi caso. Armando escribe bien y no os ha de defraudar. Nuestro compañero, tras calentar motores, ha decidido tomar la salida en lo que supone su carrera de fondo literaria y no dudo de que este libro será-de hecho ya lo es por el número de descargas habidas a lo largo de este verano- una buena tarjeta de presentación para lectores y editores.
El otro libro que me llevé en la maleta para también poderlo disfrutar fue “AL BORDE DEL TIEMPO AZUL” de Sergio Arrieta. Sergio, ante la serenidad del atardecer de un verano del puerto de Cambrils me senté en el muelle y me sumergí a balancearme al ritmo de las olas marcadas por el vaivén de los versos de tus poesías. Volveré en otra ocasión a ellas. Mi yo vacacional se resistió a algunas de las reflexiones más profundas a las que la marea de palabras le llevaba.
Extraigo unos apuntes que no dudo os han de gustar y que indican por dónde va ese viaje, “Al borde del tiempo azul”, al que nos invita Sergio Arrieta:
Poesía fuerte e intensa como el sílex y el diamante. Poesía tintada por el color azul del mar y salpicada con irisaciones de polvo de estrellas. Poesía con sabor a cristalina sal como la de piel húmeda tras un baño marino. Poesía tierna como cuando los rayos de la luna nos mecen en un bello crepúsculo. Versos que fluyen como granos de arena o agua de mar en las manos. Palabras bogando en lo más profundo del océano de sangre azul. Poesía, papel al viento de la brisa del mar que nos impacta en la profundidad de nuestra inmensidad de sensaciones para acabar arribando al puerto del interior del cascarón de la nave en la que nos ocultamos para flotar y no sumergir en el oleaje continuo de los sentimientos.
De lo que aconteció en Salamanca, siguiente destino de nuestro mes de agosto, espero daros información en otro momento.
Alicia, supongo que después de tanta actividad veraniega y de tanto disfrute lo que te habrá dado pereza es volver al trabajo ¿no?
ResponderEliminarAl AQUAGYM voy a ver si me apunto yo ahora, para el otoño. Y chica, me quedo con las ganas de verte bailar la Danza Kuduro, jajaja.
Muy interesantes todos los apuntes culturales que nos aportas, es toda una enseñanza.
Estaremos pendientes de saber lo que aconteció en Salamanca.
Un abrazo.
Menudo veranito que te has pasado tú también, Alicia!! Me ha encantado tu crónica, se ve que has disfrutado con las experiencias.
ResponderEliminarPor supuesto, te agradezco que hayas vuelto a mencionarme tanto a mí como a mi novela. Gracias a vuestra ayuda estoy consiguiendo que el proyecto despegue poco a poco y siempre os estaré muy agradecido.
Nosotros estuvimos en Mallorca hace tres años y nos encantó, aunque no hicimos tantas visitas culturales como vosotros. Pero sí recuerdo con cariño Palma, Porto Cristo, las cuevas, Alcudia, Formentor y por supuesto, sus magníficas playas. Un lugar para regresar sin duda.
Casualmente hemos pasado este puente (el viernes fue fiesta en Madrid) en Salamanca, así que seguro que hemos coincidido en más de una visita, je, je.
Gracias por compartirlo con todos nosotros. Un abrazo.
Maribel, tras el ajetreado verano ando buscando el encanto de la rutina. Y lo tiene, te puedo asegurar que lo tiene. Lo peor es conseguir que el alumnado también lo consiga ver así. Este mes a ellos se les hace especialmente duro así que ahí ando, sin cargar demasiado las tintas.
ResponderEliminarRespecto a la Danza Kuduro te diré que la primera sesión lo que es bailar, bailar no conseguimos pero lo que nos reímos ya no nos lo quita nadie. Comenzamos a memorizar la corografía y a descubrir que cuando había que menear la cadera no había mucho problema pero lo de la cintura fue difícil pues la teníamos perdida ja,ja,ja. Fuera de bromas, seguro que te va bien esa forma de hacer ejercicio sin forzar en exceso la maquinaria.
Lo de Salamanca lo tengo más difícil. Tú, que estuviste allí, sabes que por todos los lados había Literatura. Que si Unamuno, que si Fray Luis de León, que si Torrente Ballester,…Volví impresionada y maravillada. Ya veré como lo enfoco.
Un abrazo.
Armando, recuerdo perfectamente tu viaje a Mallorca. La verdad es que no fuimos en plan de playa ni de relax. Todo lo contrario. Alquilamos un coche un mes antes por internet-nos salió a mitad de precio que de haberlo hecho el mismo día de la llegada y lo recogimos en el mismo aeropuerto-. Llevamos día por día lo que íbamos a visitar. He intentado extraer la parte más relacionada con los personajes literarios. Pero los puertos y los kilómetros de playa de impresionar.
ResponderEliminarRespecto a Salamanca, te confirmo que también hemos coincidido en alguna visita con Jasón, el psicópata de tu libro y con el resto de peña que andaba tras su pista ja, ja, ja. Por cierto, te comento que no sé si has contado las veces que aparece el nombre de Salamanca en tu libro. Pues cuarenta veces. Enriquece la lectura de un libro el pisar y sentir los escenarios en los que se desarrollan los acontecimientos.
Gracias a ti por dejarme acompañarte a lo largo de tu camino literario. Nos seguimos encontrando en el mismo.
Musuak.
Hola Alicia,
ResponderEliminarMe alegra reencontrarte después del periodo estival y ver lo bien que lo has aprovechado. Coincido con Maribel en que el Aquagym tiene muy buena pinta. Además, me has recordado mi viaje a Mallorca de hace unos años, donde visité las Cuevas del Drach con un Alfonso que apenas caminaba por aquel entonces. A seguir enriqueciéndote y enriqueciéndonos.
Un abrazo.
Jose Antonio, la alegria es mutua. Estoy segura que tu también habrás exprimido el viaje por el país vecino.
ResponderEliminarCompañero, imagínate veinticuatro mujeres, cual sirenas. Añádele cinco atrevidos neptunos y una monitora cañera. Sin duda, ejercicio sano, no exento de buen humor.
Respecto a Mallorca te diré que, como lo vimos casi todo ya que el planteamiento del viaje era primordialmente cultural, si volviera al archipiélago Balear algún día me gustaría que el destino fuese Menorca. Dos días para recorrer la isla. Un día en ese mini crucero que recorre cinco calas-verdaderos paraisos naturales-de difícil acceso por tierra y que te dejan bañarte en dos de ellas. El resto relax.
Se hace camino al andar.
Un abrazo.
Querida Alicia, menudo verano...Me encanta ver cómo tu disfrute del verano va en progresión aritmética ascendente.
ResponderEliminarMe siento privilegiada, y no es por dar envidia a los compañeros, de haber visto tu primera inmersión, como sirena, en el acuagym. Ahora que he visto la danza kuduro, he de decir, que no fue tan desastrosa jajaja . Unas leves confusiones sobre los giros, por lo demás genial. Yo también se lo recomiendo a los compañeros, no lo he probado pero tu sonrisa es la mejor prueba de sus beneficios.
Gracias por los apuntes y datos culturales, siempre tan interesantes, que aportas. Estás creando unos maravillosos cuadernillos de viajes.
ENHORABUENA. plas, plas, plas...
Besos y un fuerte abrazo.
Mari Carmen, tu bien sabes que la vida, en todos sus aspectos, es como el oleaje del mar. A veces asciendes y otras desciendes. Ya son años y nos ha tocado de todo. En todas las circunstancias, en la medida que hemos podido, hemos intentado ver el lado positivo de la situación. Sabes que no me tengo que alejar mucho para encontrar alguna motivación. Sí que es verdad que especialmente este verano ha sido muy completo a todos los niveles. Acaso porque alguien nos recordó que más valía un hoy que dos mañanas y mañana nos pueda tocar volver a parar por esas repuestas, inherentes a nuestra forma de actuar, ante las posibles circunstancias adversas.
ResponderEliminarContando, contando resulta que la danza kuduro ha sido el ritmo del verano de bastante más gente que nosotros. Tampoco me extraña que no reconocieses la canción en un principio, las risas la tapaban ja,ja,ja.
La verdad es que ahora voy por el mundo con un cuaderno imaginario que se titula Literatura. Estaba muy vacio y con tu, vuestra, complicidad al leer estas crónicas me estás ayudando a llenarlo.
Musuak.
Querida Alicia, apenas vuelvo a posar el pie en los madriles, que descubro tu gran crónica (I y II). La verdad es que tienes un talento periodístico que ya querrían para sí (como te dije en alguna ocasión), muchos periodistas. Me ha divertido e instruido, y en cuanto a la parte que me toca... Puedo decir sin rubor que es de las poquísimas veces en que unos apuntes sobre una obra mía llegan a emocionarme. Es increíble. Los he acabado de leer con ojos húmedos. Es como si la poesía en persona hubiera tomado tu mano. Desde luego, has penetrado mediante un puñado de líneas, en el tabernáculo azul. Era difícil acariciar con la punta del cursor la esencia de mi poemario. Pero los has hecho. Y todavía estoy boquiabierto.
ResponderEliminarMuchas gracias de corazón por tu lectura y palabras.
Vaya con estas líneas, bogando por este mar de bytes, un gran beso agradecido.
Estimado Sergio, gracias a ti por haberme dado la oportunidad de disfrutar de y con tu poesía. Volveré sobre ella. Te puedo asegurar que leí tu libro en un tiempo de mar y cielo azul, con un tiempo de calidad y sin percatarme del paso del tiempo.
ResponderEliminarAprovecho la oportunidad para agradecerte las menciones que hiciste de este foro La nieve, en concreto de la crónica de la presentación de tu obra en la Casa del Libro de Bilbao, en tu blog y en la difusión de "Al borde del tiempo azul". Me siento halagada de que mis pequeños pasos puedan haber acompañado en algún momento a los tuyos.
Musuak.
Con un verano tan agitado, en el que he estado yo, aún no he tenido tiempo de meterme en hacer los libros de los viajes. Y ya tengo otro más.
ResponderEliminarEspero que mis relatos salgan tan bien como lo que aqui nos has enseñado.
Es tarea para los dias grises que nos esperan; que llegarán, aunque tampoco importa mucho.
Mi agenda únicamente recoge citas con médicos, charlas con otros pacientes y ensayos del coro.
Del resto del tiempo ya me encargaré yo.
Muxu bat.