Esa máquina
de bodas y banquetes
habita, olvidada,
el viejo almacén
del hechicero
que guardaba los rostros
en nitrato de plata.
de las celebraciones,
gastado por el pulso,
aún tembloroso y firme,
deja paso a la imagen
segura e instantánea.
Testigo jubilado
de sombras y de luces,
en el rincón oscuro
del inmóvil pasado,
ahora duerme
tu álbum acabado.
En la idea de intercambio, y a partir de una entrada de Mari Carmen Azkona en su blog de Escritores en Red, he querido poner en La Nieve un poema complementario de su texto. Le pido a ella que, ahora, coloque una foto antigua junto a mi texto. Una foto en relación con el poema. También lo puede hacer cualquiera de los compañeros. Así unimos un poco más todo en este final de año del que sólo espero sea un puente más de amistad, colaboración, y apoyo entre todos, como siempre ha sido en La Nieve.
ResponderEliminarPort
Un hechicero que guardaba los rostros en nitrato de plata...es precioso. Tanto tiempo buceando en la identidad de mil identidades y tú has localizado, a mi fotógrafo, en un viejo almacén.
ResponderEliminarLa memoria de una vida cae por el recuerdo perdido...Pero el hechicero vestido de oscuridad y silencio, ya no teme a la muerte o al olvido. Y camina por la calle perdonando a la nada.
Gracias Emilio por este complemento perfecto a mi entrada. Siempre sumando...En mi álbum acabado ya hay más luces que sombras.
Besos y abrazos.
Gracias, Emilio.
ResponderEliminarGracias, Aster. Y gracias, Mari Carmen, no sólo por darme pie, con tu entrada en tu blog, a poner este poema que he rescatado de entre mis antiguos escritos y que ahora nace, aquí, para La nieve... sino, además, por enviar la foto que abre el texto. Siempre sumando tu también, sin duda.
ResponderEliminarY precioso, realmente precioso comentario, que seguro que aquellos viejos hechiceros de luces y sombras grabadas con sus mágicas cajas oscuras, aquellos desaparecidos cronistas de la imagen, habrían puesto como adorno de sus fotografías.
Emilio, tu archivo no tiene fondo y no deja de sorprendernos. Precioso homenaje a aquellos grabadores en papel de instantes robados a la vida, ahora vestigios de vidas robadas por el tiempo.
ResponderEliminarVa a ser que el momento de contemplar fotografías en el ordenador acaso no va a tener la misma intensidad emotiva que la de abrir la caja metálica que contiene instantes tatuados en el habítaculo de los recuerdos.
Un abrazo.
"Instantes robados a la vida.." qué bonita definición de las fotos, Alicia. Sí, eso son. Momentos robados...y luego mantenidos y entregados, de nuevo, a los mismos que las compusieron, o a otros, a través de la imagen.
ResponderEliminarHas puesto un comentario humana y literariamente precioso. Gracias, Alicia, otro abrazo para tí.