Hoy quiero comenzar a descubriros a una persona para, a
continuación, pasar a hablar de su trabajo como escritor y de su primera obra.
Este es el orden elegido porque es el mismo en el que llegaron a mi vida cuando
lo que acostumbramos, en la mayoría de los casos, es justo al proceso
contrario, leer un libro, ampliar el
conocimiento sobre su autor para, si hay suerte y nos gusta, tener la fortuna
de llegar a conocerle algún día. Así que voy al principio. A la persona, a Fran Santana.
Mari Carmen Azkona me venía diciendo que
había un escritor novel cuya historia me iba a parecer apasionante. Conocí
personalmente a Fran Santana-Paco-en una fresca tarde de café del pasado mes de marzo. Dicha oportunidad fue propiciada por nuestro compañero Pedro Pablo de Andrés.
Sabéis que me pierde la palabra y que la capacidad de
síntesis no es algo de lo que yo haga gala. Pero es que además, en el caso de
Fran, todo lo que rodeó sus principios como escritor fue tan fundamental para
llegar a entender su momento actual que hacer recortes se me hace aún más difícil.
Fran, baracaldés de 43 años y albañil de profesión, tras
años de trabajo en la construcción propiciado por el gran “boom” inmobiliario
se vio, como muchos otros, abocado al paro debido al periodo de crisis en su
sector por el fin de la burbuja inmobiliaria. No conformándose con ser un
parado más, sus intentos de encontrar trabajo por el entorno, e incluso dando
el salto a provincias limítrofes, fue en vano. A veces nos solemos quejar de
vivir deprisa,en un tiempo sin tiempo, sin embargo lo que a Fran se le vino encima fue
aún peor, tener un tiempo con mucho tiempo. Ante esa situación, y con la intención de mantener el equilibrio familiar-es padre de dos hijos en edad escolar-
y personal, decidió llenar ese tiempo con
algo que además de impedirle sumirse en la desesperación le ayudara no solo a
flotar sino que, acaso, a llegar a volar. Es por lo que, muy aficionado desde siempre a
la lectura, comenzó a escribir una novela. Su tesón, su buen hacer y que, acaso, la suerte
le pilló escribiendo, hicieron que los que regentan el Bar Arkupe de Etxebarri,
localidad en la que vive, decidiesen hacer de mecenas ayudándole a auto publicar esa novela
manuscrita.
Esa primera edición fue de mil ejemplares. Nuestro compañero, sin
amilanarse, se encargó personalmente de ir vendiéndola a amigos, vecinos,… El
mes que hacía una buena venta, andaba mejor la economía de su hogar. El boca a
boca hizo que, cuando ya había vendido más de ochocientos ejemplares-habéis leído bien la cantidad-la noticia llegase a oídos de una periodista del diario vasco
DEIA. La misma, le hizo una entrevista para el periódico y este fue el siguiente
aldabonazo para que el nombre de Fran Santana, el título de su libro, “Los
niños que ya no sonríen”, y su historia, del andamio a querer ser escritor,
llegasen a Ediciones B. Estos se interesaron por él y tras leer su novela le buscaron y le ofrecieron el lanzamiento de la misma en su versión completa-por cuestión económica inicialmente no pudo publicar todo lo
escrito-. Eso sí, se vio obligado a escribir otro final abierto que daría paso
a lo que pueda llegar a ser una trilogía. Antes de hablar de su libro, quisiera perfilar algo más a Fran. Os diré que es grande tanto por fuera-es un gran chicarrón
del norte-como por dentro. Es muy
buena gente, de hablar afable y conversación próxima e interesante. Es solidario, sin él casi echar a andar, ya estaba dando la mano y animando a otros escritores
así como participando en proyectos solidarios como la publicación con fines
benéficos del cuento “El monstruo Tragaluz”. La siguiente imagen nos muestra a Fran con sus mecenas del Bar Arkupe, todos artífices de este último proyecto con el que se ayudó económicamente a 75 familias de Etxebarri.

Todo lo anterior, unido a su gran
talento literario, ha llevado a que Fran se haya hecho un hueco entre los
escritores vascos de gran recorrido como Toti Martínez de Lezea, Jon Arretxe o José Javier Abasolo. Junto a estos dos últimos tuvimos la ocasión de escucharle y disfrutar de sus
experiencias tanto en la Feria del Libro de Santurtzi
como en las de Barakaldo y Bilbao presentando su libro y en sendos coloquios
sobre el género negro.

Fran se prodiga también en los actos culturales bilbaínos,
prueba de ello fue su presencia en el Basque FEST y en el Club de Lectura del Colegio de Abogados de Bilbao en el que se hizo una representación teatralizada de su novela. Asimismo ha participado con un relato sobre Marijaia en la Aste Nagusia 2014 en el diario Deia.
Deciros que ya va rompiendo fronteras de forma que llegó también a la Feria del Libro de Madrid de la mano del inspector Yago Mellado, personaje de su novela.
A ahora voy al libro.
La obra, Los niños que ya no sonríen,
es una de las lecturas que me ha acompañado este verano. Volvió conmigo a las tierras catalanas, aquellas en las que El Día del Libro cayó el mismo en mis manos.
La trama se desenvuelve en escenarios
de Bilbao y localidades próximas. Es una novela muy cinematográfica en la
que, tras un asesinato, llegamos a ver cómo se esconden las vidas de unos pequeños
que han tenido un devenir más que tétrico.
Bilbao se manifiesta como el reflejo de una sociedad corrupta, en la que se puede
llegar a esconder la quintaesencia del mal. El enigma de esos niños que ya no
sonríen, es un thiller muy duro, lo cual se percibe a lo largo de la trepidante
lectura que obliga a veces a retomar el aliento para poder continuar leyendo.
Por último,
deciros que me siento privilegiada de conocer a Fran, de poder disfrutar de
su forma de ser, de su arte y también, por qué no decirlo, de su generosidad.
Considero que es un autor que se debe tener en cuenta para una próxima
lectura. Eso sí, antes de que, acaso, podamos llegar a ver su opera prima en la gran
pantalla.