Tras de un año de aprender y desarrollar la resiliencia integrando así una nueva
palabra en el vocabulario-resiliencia, capacidad para hacer frente a las
adversidades, adaptarse e, incluso, salir de ellas fortalecido-, ha llegado el
momento de conjugar verbos, con acaso más agilidad y menos ropa que en el invierno –zambullirse en las olas
del mar, hacer senderismo en lugares inhóspitos, …-, entrelazar palabras que suenan mejor al
sol-playa, montaña-, alternarlas con otras que se mimetizan con uno mejor a la
sombra-lectura, relax, siesta,…-, y disfrutar de otras bajo la cúpula del
anochecer-susurros, luna, estrellas fugaces,…-.
Es un periodo de capturar momentos familiares y
personales de relación con el entorno y con uno mismo en el que el único lazo
de unión con parte de quienes nos han acompañado, arropado, sostenido y mimado
durante el resto del año acaso sea esa zona wifi desde la que, a modo de cordón
umbilical, lanzamos un “aquí estoy” con el deseo de que estén lo bien que tú te
encuentras ahora.
Desde una zona wifi, entre playa y piscina, al borde del
cálido Mar Mediterráneo, desearos a
todos que recarguéis las pilas llevando a cabo esas mil maneras de vivir el
verano que os proporcionen energía para que, llegado el caso-y dios no lo quiera-,
poder seguir desarrollando la capacidad de ser resilientes.