Una pregunta. En el momento de la entrega del premio le haremos una pregunta –le dijo la joven tras darle la enhorabuena.
Se olvidó de ella –de la pregunta- en un primer momento; había que atender a los medios que, a la mañana siguiente, daban cuenta del triunfo de su novela, La amabilidad de los extraños.
Una pregunta. Le haremos una pregunta –recordó tras el revuelo informativo y sintió un sudor frío y ridículo. Un trámite; está claro que será un puro trámite –se tranquilizó.
Pero la respuesta deberá ser ingeniosa y contenida a un tiempo; emocionada pero convincente –se angustió.
Durante la larga semana que faltaba para el acto, el autor anduvo ausente, pensativo, intentando adivinar cuál sería la cuestión que le plantearían. Lo más razonable es que le pidieran alguna información sobre la fuente del relato, su estado de ánimo tras aquella distinción, los nuevos proyectos. Claro que –se le ocurrió el miércoles en un momento de clarividencia mientras abría un yogur desnatado- puede tratarse de una última –y definitiva- prueba. Quizá, si no respondo correctamente, no me den la estatuilla ni los cincuenta mil euros.
Eso es: me pondrán en un brete –se convenció el jueves y llamó diciendo que se encontraba indispuesto y que quizás tendría que acudir algún familiar o amigo personal en su lugar.
Su presencia es inexcusable. Será algo rápido; no se preocupe. Se le hará una pregunta, dos a lo sumo; una sencilla pregunta y todo habrá terminado -le aseguraron.
Parecían hablar de una operación; de una ejecución casi.
¿Cuál es la pregunta? –estuvo a punto de –valga la redundancia- preguntar, rogar, implorar, pero se contuvo a tiempo.
Tuvo que atiborrarse de ansiolíticos para consumir las últimas horas. Llegó hasta el palacio de Congresos demudado, en una especie de nube desde la que escuchaba enrarecidos enhorabuenas y halagos.
Sin embargo, al ser llamado al escenario caminó con una entereza, con una convicción que ni él mismo se esperaba. Se aproximó al presentador y le arrebató bruscamente el micrófono:
Helsinki, la respuesta es Helsinki –dijo a las personalidades del estrado; dijo vuelto hacia el público, cegado por los focos.
Sí. Helsinki... sin duda. Helsinki.
Aster Navas