Un nuevo año nos ha vuelto a poner en nuestro camino la
oportunidad de celebrar el día de San Valentín y, cómo no, dejar huella en la nieve.
Amar acaso sea algo tan simple, o tan complejo, como tener la fortuna de poder vivir y
compartir con intensidad y pasión todo lo que uno haga.
Muchos ríos de tinta
corren cada vez que llega este día, que si es una fiesta comercial, que si es
de cursis celebrarla,... A nosotros nos alegró mucho que el Museo de
Reproducciones, dependiente de la Diputación Foral de Bizkaia y del Ayuntamiento
de Bilbao, se sumará, de nuevo este año, a la celebración del día de San
Valentín con una visita guiada dedicada al amor.
A pesar de la campaña de
Renfe, en tiempos de crisis las empresas aún han agudizado más su
ingenio para que se mueva el dinero, nosotros cogíamos el metro.
En el mismo, nos sumergimos entre una oleada humana de personas que hacían gala de los más
pintorescos disfraces para acudir a la gran movida que se había organizado en
la capital bilbaína.
Para recordar esta fecha, el Museo nos ofreció ayer una visita guiada especial en la que
se habló sobre "el tópico de este día desde otra perspectiva". Los
protagonistas fueron los animales que se han relacionado con el amor y el sexo
en diferentes culturas y épocas, y la lectura de textos antiguos y medievales
sirvió de acompañamiento a las
explicaciones, llevadas a cabo de forma brillante por Itziar Martija, técnica encargada
del departamento de educación de dicho museo y que trajo un bello detalle en su cabello como forma de integrar San Valentín y el Carnaval. Expresiones como "palomita mía", "eres mi gatita", "estás hecho un toro", "devórame otra vez" y la actual exposición del museo, Entre animales, desde la Prehistoria a la Edad Media, fueron el origen del tema elegido para de la visita.
Para ilustrar los relatos, fueron elegidos animales como
la paloma, la gata, la leona y la mariposa, que se asocian al mundo femenino,
mientras que el toro, el halcón, el caballo y el gallo se relacionan con el
ámbito masculino.
El broche de oro a la visita lo puso una preciosa historia de amor japonesa y un pequeño obsequio, una chapa con amorosas golondrinas y las
consabidas piruletas con forma de corazón.
La música, en esta ocasión, es un pequeño homenaje al recientemente
fallecido Demis Roussos. Su romanticismo heleno no tiene fecha de caducidad.