Parece ser que este relato tiene su origen en
la India. El sentido del mismo tiene total vigencia en estos tiempos en los
que estamos sumergidos actualmente. Resolver tantos conflictos que van
apareciendo en el camino acaso no dependa de que una voz sea escuchada. Tal vez
con la participación de muchas voces podremos ser oídos mejor.
Dime cuánto pesa un copo de
nieve, preguntó un gorrión a una paloma.
Nada de nada, le contestó.
Entonces debo contarte algo maravilloso, dijo el gorrión:
Estaba yo posado en la rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada ni una ventisca furibunda. Nada de eso.
Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia. Y como yo no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los copos fueron exactamente 3.741.952. Al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que, como tú dices, pesaba nada de nada, la rama se quebró.
Dicho esto, el gorrión se alejó volando.
Y la paloma, toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, quedó cavilando sobre lo que el gorrión le contara y al final se dijo:
Tal vez esté faltando la voz de una sola persona para que en este mundo tenga lugar la paz.
Nada de nada, le contestó.
Entonces debo contarte algo maravilloso, dijo el gorrión:
Estaba yo posado en la rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada ni una ventisca furibunda. Nada de eso.
Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia. Y como yo no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los copos fueron exactamente 3.741.952. Al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que, como tú dices, pesaba nada de nada, la rama se quebró.
Dicho esto, el gorrión se alejó volando.
Y la paloma, toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, quedó cavilando sobre lo que el gorrión le contara y al final se dijo:
Tal vez esté faltando la voz de una sola persona para que en este mundo tenga lugar la paz.
No conocía el cuento. ¡qué hermosa conclusion nos aporta! muchos granos hacen una playa.
ResponderEliminarGracias y un abrazo
Amaia, y un grano no hace granero pero ayuda al compañero.
EliminarEste cuento también invita a no menospreciar las cosas pequeñas pues si no son suficientes por sí mismas, al menos sí que son parte para conseguir algo más importante.
Gracias a ti por aletear por aquí. Un abrazo.
Precioso relato, tampoco lo conocía pero invita a la reflexión. Gracias por traernos estos copos de nieve, mejor que aquí no estarán en ningún sitio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maribel, yo leo "nieve" y todo lo traigo para aquí. Siempre hay alguien que rentabiliza las palabras que se van depositando y hacen que tengan más sentido.
EliminarUn abrazo.
Gracias, Alicia. Un mensaje muy oportuno.
ResponderEliminarUn abrazo
Aster, las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde.
EliminarUn abrazo.
Quién sabe cuántas voces faltan para que tenga lugar la paz; yo por mi parte prefiero callarme para no hacer estallar la guerra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose, optas por una buena opción ya que dicen que la verdadera amistad entre las personas nace cuando el silencio parece ameno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una vez se lo dije a mi mujer: si juntos podemos estar en silencio, lo nuestro va para largo. Solemos hablar de ello.
EliminarUn abrazo.
Alicia, hay pesos que se toleran y otros que rebasa. Cuestión de física diría Helena. Una palabra puede levantar la losa.
ResponderEliminarUn abrazos cantadito.
Sergio, y Helena tendría toda la razón. Sería cuestión de la gravedad o de la gravedad de la cuestión.
ResponderEliminarUn abrazo ingrávido.