El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestas a luchar contra el olvido: Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que herviría para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita.
se producen curiosos paralelismos.
Es muy triste que se produzcan estos paralelismos, pero increíble que el autor de la novela más importante del siglo XX se adelantara varios años a la yo considero la enfermedad de nuestra época: el olvido.
ResponderEliminarMerecido homenaje, Aster.
Un abrazo.
Aster, cuando comencemos a tener conflictos de memoria cerebral habrá que confiar en la del corazón ya que, como bien dijo Gabriel García Márquez, "La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado".
ResponderEliminarA nosotros siempre nos quedarán sus grandes historias que nunca podremos olvidar, ya que "Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón".
Gracias por estar al pie de la noticia, para que nosotros no le olvidemos.
Un abrazo.
Podríamos buscarla entre los versos de Cernuda, o admitir que, como decía Borges, solo nos pertenece lo que se ha ido, al no estar sujeto al subjetivismo de la memoria... Siempre es triste sentir que una persona se nos escapa, y doloroso ver como lucha por mantenerse unido a los recuerdos. En casos como este nada se puede hacer, excepto ser su memoria.
ResponderEliminarGracias, Aster, por este merecido homenaje a un grande de las letras.