Al despertarse, el hombre encuentra el postit -Esto no funciona- que la mujer ha pegado en la pantalla plana del televisor.
Pasa el día desmintiéndolo, comprobando que todos y cada uno de los canales se ven perfectamente.
-Se va a perder Pasapalabra... -piensa al ver que esa tarde ella se retrasa inexplicablemente.
-Con lo que le gusta el rosco...
En fin.
¡Qué lástimica!
ResponderEliminarEs lo que tienen las dichosas "pegatinas mensajeras": mucho fosforito, pero poco espacio para escribir.
El microrrelato _en cambio_ ha dado mucho de sí, señor Navas.
Buenas noches.
Gracias, Esther. Un abrazo.
EliminarAster, la de juegos que se pueden hacer con las palabras. A buen entendedor pocas palabras bastan.
ResponderEliminarNosotros en casa comenzamos a pasar del postit para usar un clásico cuaderno de espiral ja,ja,ja. Claro que me acabo de dar cuenta de que, llegado el caso, hay mucho espacio para explicaciones ja,ja,ja.
Un abrazo.
Sí; me tendré que pasar al cuaderno; el postit como dice Esther lleva a interpretaciones muy personales.
EliminarUn abrazo.
Visto lo espabilado que es el marido no sé cómo no pegó el postit antes, jajaja...
ResponderEliminarUn abrazo y buen domingo.
Creo, Maribel -esa es la lectura que yo hago- que el pobre hace una interpretación interesada; no se resigna a lo evidente. Quizás actuamos así en cantidad de ocasiones sin ser demasiado conscientes.
EliminarUn abrazo.
Igual ha estampado el postit en la pantalla adrede, porque la culpa de que su relación no funcione la tiene, en parte, el maldito televisor. Igual se ha ido en busca de un buen técnico... que le arregle el aparato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buen giro narrativo, José Antonio.
EliminarUn abrazo
Los equívocos son los mismos, independientes de la tecnología de punta. No ver al otro es un cotidiano.
ResponderEliminarEse es el problema, Sergio. Lo resumes perfectamente.
EliminarUn abrazo.