YA EN LA CALLE LA ÚLTIMA EDICIÓN DE LA NEVERA, EL LIBRO ABIERTO EN EL QUE PUEDES PARTICIPAR.

sábado, 4 de febrero de 2017

Cicatrices

No sé... Quizás diga una tontería. Llama la atención la hospitalidad de la madera: la naturalidad con que un tronco acoge un clavo o la púa de una alambrada. Yendo más allá, la delicadeza con que va haciendo suyo a ese intruso que se acaba confundiendo con su corteza.
Algo deberíamos aprender da la madera. En fin

6 comentarios:

  1. Es muy cierto. Mi padre, que fue ebanista, siempre me ha dicho que la madera está viva, a pesar de que haya dejado de estar físicamente ligada a la tierra por las raíces que la alimentaron una vez. Ahora, jubilado, sigue moldeando a su vieja amiga para construir barcos que nunca navegarán, pero que están cargados de sabiduría, arte y cariño.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Esther. Coincidencia: mi padre también fue carpintero.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. La naturaleza, aún en la forma que describes, es el vivo ejemplo de que no hay barreras. ¿Por que las personas nos encargamos de construirlas?

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Chic@s, al final va a ser mucho más lo que nos une que lo que nos separa, mi padre también fue carpintero.
    Aster, a mi esa imagen me lleva a reflexión de que si hay algo que nos oprime y no vemos la manera de desprendernos de ello, acaso lo más inteligente sea integrarlo de la mejor forma que podamos en nuestra vida.
    Sí, la madera es aislante, es cálida, es acogedora...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar