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viernes, 30 de abril de 2010

Déjame que te cuente


Hace años saltó a los medios de comunicación la curiosa historia de una lectora a domicilio que se anunciaba en los clasificados de un periódico provincial.
Aquella historia se convirtió en un reportaje donde aparecía aquella joven armada con un maletín de cuero repleto de libros.
Tenía una lista de clientes bastante más abultada de lo que en principio cabría imaginar. Que te lean, venía a decir, es un placer.
Hoy en la Red hay gente que ha tomado su relevo.

Comienza aquí "Déjame que te cuente" un espacio para escuchar y lo hace con un excelente micro de Luis Mateo Díez, "El pozo". Espero que lo disfrutéis y que perdonéis al locutor, nuevo en estas lides.




Crédito de la imagen

8 comentarios:

  1. Aster, primeramente decirte que siempre es un placer oír tu voz sosegada y tranquila. Desde que te conozco, por una razón o por otra, no has dejado de sorprenderme.

    Tomando el hilo de tu entrada, me ha recordado una época en la que yo debía andar por la universidad. Mi abuela había perdido bastante vista y leía muy lentamente. Esto lo utilizaba como excusa para que la leyese el periódico. Es más, a veces si había encontrado algún artículo o propaganda interesante, lo guardaba en el bolsillo de aquel abrigo negro, vestigio de eterna viudedad, para la siguiente ocasión ¡Qué momentos!

    Posteriormente leí a mis niños, hasta que aprendieron a hacerlo solos. Entonces compartíamos la lectura a párrafos alternos. Al mayor le gustaba menos la lectura y siempre revisaba el libro para ver el tamaño de los párrafos y así poder decidir quién era el primero en leer. El objetivo era que fuera yo la que más leyese.

    También leí alguna que otra que otra cosa un alumno ciego. Desde luego mucho menos de lo que hubiese querido.

    Por último te diré que en las jornadas literarias de Barakaldo asistí a tres sesiones de lectura poética. Descubrí que la poesía la disfruto y la entiendo mejor si me la leen con sentimiento y en un ambiente relajado e intimo.

    Desde luego todos los anteriores han sido momentos que no tuvieron precio. Acaso el oficio de lector debiera ser un servicio cubierto por la sanidad pública. Para mi todos los citados fueron momentos que bien pudieran curar el alma.

    Con respecto al pozo, metafóricamente hablando, creo que efectivamente hay un mundo en él. Un mundo oscuro formado por aquellas personas que en un giro del camino de su vida acabaron en su interior, sin a veces saber cómo. Lo peor, que aún no han logrado salir del mismo.

    Besos y buen fin de semana.

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  2. ¡La lectura!...Tengo una amiga que dice que parezco un ratoncito de biblioteca, siempre con la nariz pegada a un libro. Lo que antes era para mí tan natural como respirar se ha complicado.
    Cuando leo me voy desprendiendo de capas como una cebolla.
    Primero leo, comprendo el texto, descubro los personajes... pero automáticamente tengo que volver hacia atrás para leer como escritora : busco expresiones, investigo la gramática...Pero no acabo aquí. Desde que acudo a un taller de lectura expresiva, tengo que volver de nuevo hacia atrás y entonces localizo los verbos, las palabras importantes, la cadencia de cada frase...e incluso, cuando no me doy cuenta, empiezo a mover la mano siguiendo el ritmo como un director de orquesta...esto último en el metro es un poco embarazoso.
    Con tanto ajetreo comprenderéis que hace tiempo que no me da tiempo a leer ningún libro. Menos mal que existe la poesía, con suerte al día consigo leer un poema.

    Es maravilloso escuchar un relato, un poema...leído, pero he descubierto la magia que tiene leer en voz alta...aunque mis desconocidos compañeros de viaje piensen...qué más da lo que piensen. Si maravilloso es leer, añadirle un poco de música y vida a las letras es fantástico.

    Un beso a todos y gracias Aster...yo te dejo contar cuando quieras.

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  3. En primer lugar te diré que me siento afortunada por haber escuchado un cuento con tu voz.

    El trabajo de esta lectora a domicilio me ha recordado algunos pasajes de "La sombra del viento", cuando Daniel Sempere acude a casa de Clara (invidente) para leerle las obras de Julián Carax.

    Te confesaré que esta misma tarde he tenido una buena sesión de lectura, de hecho ahora mismo tengo la boca seca, necesito un litro de agua. Estoy escribiendo una novela juvenil y necesito la opinión del estimado público pero como mi hijo (13 años) no se mata por leer ni un capítulo, yo se los leo. Y por hoy ya no puedo más. Por cierto, te diré que a mí, personalmente, me gusta menos la historia cuando la leo en voz alta, en la intimidad del silencio me parece mucho más hermosa (hablo de mi novela).

    Un abrazo.

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  4. En fin, Alicia. Leer, llevado al último extremo ("hay una segunda lectura", "haces una lectura equivocada del problema") es interpretar.
    Llegará un momento en que nosotros también necesitaremos que nos lean, que nos decodifiquen un mundo que ya no controlaremos. Con los hijos la historia creo que cambia sustancialmente: hay un componente de imitación, de contagio por la lectura.
    Gracias, compañera.
    Un besazo.

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  5. Mari Carmen: la lectura del escritor suele ser bastante más concienzuda y detenida que la del lector.
    Va más allá del argumento; se fija en los materiales con que ha sido construído, en los trucos narrativos.
    Los poemas son píldoras de literacetamol.

    Un besazo

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  6. Ay, Maribel. Si al menos, compañera, tu hijo de trece años te escucha...
    La lectura, por lo que veo yo en el aula, les parece un acto solitario; algo decididamente muy alejado de la interactividad que les ofrece Internet.
    Escribir para adolescentes... Difícil, aunque juegas con ventaja: tienes al crítico en casa ;-)

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  7. Excelente, Aster. Vamos abriendo caminos, caminos como la mar...No perseguiremos la gloria, tampoco quedar en la memoria. Pero si estar aquí. Gracias por todo lo que inicias y empujas.

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