Si os atrevéis, teclear AQUÍ y llegareis a vivir emocionantes y terroríficos momentos con los textos del resto de los compañer@s participantes en este apasionante viaje.
EL
DESVÁN
Aquella noche sentí miedo, mucho miedo. Fui consciente de
que no era lo suficientemente pequeña como para llamar a mis padres para
contarles el terror que estaba sintiendo ni lo suficientemente mayor como para
enfrentarme a ello y desentrañar el origen de aquel pavoroso episodio.
Todo comenzó con la visita a unos parientes. Una
experiencia rural y muy alejada de nuestra forma de vida totalmente urbana.
El primer día fue como vivir una película, entrar en el interior de una bodega
como quien va a llegar al centro de la tierra, ver nacer a un corderillo y ponerle
nombre, poder ver la trilla en la era y múltiples experiencias más.
En la cena degustamos la típica sopa castellana con pan, ajo
y huevos. La habitación que me asignaron para el merecido descanso estaba en el
primer piso. Por la novedad y las vivencias del día caí rendida. No supe cuánto
tiempo pasó hasta que unos sonidos extraños hicieron que me despertara. No eran muy intensos. Venían
del piso superior. Según volvía a coger el sueño, de nuevo retumbaban en mis
oídos los mismos ruidos. En vano, intenté adivinar su origen. Cada vez me fui encogiendo más bajo aquellas sábanas blancas ribeteadas
con encajes de bolillos. Sentí frío, mucho frío, y un
desgarro por todo mi cuerpo debido al alcance del viaje de mi imaginación. Por
mi mente pasaron infinidad de hipótesis que fui descartando una tras otra,
ratas, murciélagos, fantasmas, zombis,… Las horas me parecieron días y la noche
una infinita eternidad. Desde las contraventanas de madera un diminuto rayo de luz hizo
entrever que mi pesadilla estaba llegando a su fin.
Con gran alboroto entró la prima de mi madre a darme los
buenos días. Totalmente agotada y aturdida me puse la bata y, mientras ella procedía a
abrir las ventanas, tímidamente le pregunté por la estancia superior. Ella me
contestó que, como en la mayoría de las casas de pueblo, se trataba del desván.
Debió de ver la curiosidad en mi cara y añadió que se utilizaba para guardar
enseres que no eran de uso habitual. Continuó diciendo que en aquel momento, y
con motivo de la trilla, tenía otra utilidad. Ante mi cara, mezcla de sorpresa
y miedo, me dijo si, acaso, me
apeteciera subir a verlo. Con gran incertidumbre, pero deseando disipar el
motivo de mi terrorífica noche, asentí tibiamente. Cogió una gran llave y, tras
recorrer el largo pasillo, abrió una vieja puerta que se hallaba al fondo del
mismo. Su chirrío, que hubiese levantado a un muerto, removió de nuevo mis
entrañas. Tras de ella, temblando y apoderada de nuevo por el pánico, comencé a
subir unas estrechas y polvorientas escaleras de madera. Ante mis ojos apareció
un gran desván. Por las esquinas baúles, cajas y aperos de todo tipo. En el
centro, el origen de mi desasosiego. Respiré hondo. Jamás lo hubiese imaginado.
Se trataba de una gran montaña de trigo. Con gran estupor observé que de la misma, simplemente con nuestras
pisadas, descendieron rodando cientos de granos de cereal que al chocar contra el suelo hicieron el efecto de una gran tormenta de granizo.
SOY DE PEUBLOY VIVO EN UN PUEBLO. TENGO 54, PERO AUN ASÍ ME TOCÓ METER PAJA EN ESOS SITIOS DE LOS QUE HABLAS...HASTA HACE POCO TRABAJÉ DE PEÓN...Y ME HA TOCA VER MUCHAS DE ESAS CASAS POR SUS ADENTROS...ESOS ADENTROS ELEVADOS ACÁ LOS LLAMAMOS SOBRAOS.
ResponderEliminarBESOS.
Hola Juliano. Vivo en una villa de unos 4500 habitantes pero tuve la fortuna de disfrutar veranos de mi niñez en un pueblo muy pequeño de Castilla, hoy están censados en el mismo 152 habitantes. Hay imágenes y recuerdos grabados que según pasa el tiempo, ya he pasado los 60, afloran cada vez con más intensidad.
EliminarGracias por tu aportación.
Un abrazo.
Toda una sorpresa.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Demiurgo. También lo fue mi paso por tu blog.
EliminarUn abrazo.
Un relato muy interesante , intrigante hasta el final y la verdad sea dicha , como dice Demiurgo tiene una sorpresa , yo pense que eran ratones comiendose el grano de trigo , me a gustado mucho saludos de Flor.
ResponderEliminarFlor, recuerdo con nitidez ese sonido en el desván a modo de una ola que va llegando y finalmente choca contra la roca. Ya ves, el miedo a lo que no se ve pero que se imagina aún peor.
EliminarUn abrazo
A la luz del día las cosas se ven de otro modo, pero en el silencio de la noche nos sentimos vulnerables. Sobre todo si somos de ciudad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Jose, por nada del mundo me hubiese querido perder mis momentos estivales de las noches castellanas. No todo fue terror. De alguna manera, mi vida quedó enriquecida por aquellas experiencias.
EliminarUn placer volver a charlar un rato contigo.
Un abrazo.
Las casas antiguas de pueblo tienen toda clase de ruidos extraños que, como dice José Antonio, durante el silencio de la noche y con la imaginación desbordada nos hacen morir de miedo cuando a la luz del día son de lo más normal. También es muy común que haya ratones y los oigas correr por las noches...a mí me ha pasado.
ResponderEliminarUn beso
Charo, también recuerdo haber oído en la lejanía, y bien entrada la noche el aullido de los zorros. Ratones, habría pero solo recuerdo las ratas de agua del río Botijas. Había que tenerlas miedo cuando íbamos a por cangrejos. Qué pena de biodiversidad en extinción.
EliminarUn abrazo.
Hola, Alicia:
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena por tu relato: creas una atmósfera costumbrista en la que desarrollas una fantasía aterradora en la que desarrollas una fantasía terrorífica que muchos hemos sentido, pero pocos sabéis escribir.
Un abrazo, Alicia.
Gracias, Nino. Es verdad que, a la hora de dar forma a historias, me desenvuelvo algo mejor en escenarios conocidos y con hechos próximos a la realidad que imaginando seres extraños y en escenarios de ficción.
EliminarUn abrazo.
Preciosa esa tormenta de granizo. La noche anterior, un poco más tensa con esos ruidos inexplicables. Un beso y felicidades por este bello relato
ResponderEliminarMenchu, gracias por tu visita y por tu valoración. Me agradó visitarte por esta convocatoria.
EliminarUn abrazo.
Y a mi que me encanta el mundo rural no veas como me he sentido. Aunque tengo una amiga que vivio en una de esas casas con fantasma incorporado. Muy buen relato, besos.
ResponderEliminarNo me extraña que te guste el mundo rural. En la ciudad se vive demasiado rápido, es todo más impersonal y las cosas no son tan de verdad.
EliminarUn abrazo.
Tu relato nos trae recuerdos de la infancia, de noches en vela y ruidos que la imaginación convierte en fantasmas. Bien resuelto. Gracias por participar en el Halloblogween.
ResponderEliminarTeresa, siempre gracias a ti por ponernos el camino para transitar de susto en susto desde un blog a otro. Disfruto mucho de esta convocatoria.
EliminarUn abrazo.
Me has transportado con éxito a mi infancia, a la casa de mi abuelo materno, cuando no podía dormí
ResponderEliminarI
Rhodea, me alegro haber reavivado tus recuerdos en una noche que, intentando ser terrorífica, conseguimos transformarla en mágica.
EliminarUn abrazo
Un relato escalofriante, con esas sensaciones nocturnales que abruptamente nos inquietan y nos desvelan. Muy creativo y original.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Yessy kan. Aunque no he logrado ni aproximarme a la atmósfera de terror que has conseguido tú en el tuyo.
EliminarUn abrazo.
Me has hecho recordar a la casa de mi abuela , allí el desván lo llaman caras y sirve para lo mismo que has descrito .
ResponderEliminarComo ves la mente de un niño o un mayor hacen que los ruidos normales de una casa de labranza hagan efectos terroríficos en la mente ... muy bonito y tenso hasta el final.
Un abrazo y una feliz noche.
Gracias, Campirela. Me complace saber que te ha llegado un pellizco de nostalgia al leer mi relato. Desván, sobrao, camarote, doblado, caras,..., en todos se podrían generar una multitud de relatos.
EliminarUn abrazo.
Los desvanes como los sótanos, siempre son escenarios muy eficientes a la hora de escribir de asuntos de miedos.
ResponderEliminarTracy, estoy de acuerdo contigo. En cada esquina de los mismos seguro que hay una historia por contar.
EliminarUn abrazo.
Lo que hace nos hace daño, siempre es real y tangible y, sin embargo, el miedo más intenso nos lo produce eso que no vemos, y ante lo cual nuestra imaginación se desborda creando mil y una causa para ese miedo atroz que se apoderada de nosotros.
ResponderEliminarUna historia magníficamente narrada.
Un abrazo.
Hola Pepe. Gracias por comentar.
EliminarEfectivamente, a lo real, por terrorífico que sea, nos podemos enfrentar. Sin embargo ante lo desconocido nos sentimos como que nos faltara el suelo.
Un abrazo.
Los desvanes, grandes protagonistas de las películas de terror, donde cualquier ruido se aumenta y hace correr la imaginación.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Un abrazo
Carmen, con la imaginación hacemos viajes a mundos insospechados.
EliminarGracias por tu valoración.
Un abrazo.
La noche siempre ha sido el mejor aliado, o el peor enemigo, de la Humanidad. Que la imaginación prenda con tanta vitalidad cuando el sol se apaga, es todo un fenómeno. Me ha encantado tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Esther. Yo soy ave diurna. Incluso para las celebraciones con compañeros. Dame una comida y no una cena. En la noche se crea un clima con el que mi imaginación se desborda.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Un abrazo.
Vengo de lo de Nino
ResponderEliminarme gusta como escribes. me siento mientras te elo
abrazos con suspiros
Compañera, gracias por tan largo viaje. Me alegro de que, al menos por unos instantes, te hayas perdido en mi relato. Ya visité tu blog. Sentimientos y sensaciones por todos los rincones. Enhorabuena.
EliminarUn abrazo.