Quizás sea el mejor síntoma, el mejor indicador, la prueba del nueve de que seguimos evolucionando. Una cultura, una civilización, es avanzada en la medida en que es capaz de adelantarse a los acontecimientos, anticiparse a la realidad, a los riesgos del futuro inmediato y actuar en consecuencia: protegerse, maniobrar para esquivar la catástrofe, refugiarse. A esa inquietud tan humana respondieron y responden con mayor o menor acierto los adivinos, las vísceras de una cabra, las bolas de cristal, el catalejo, la ubicación de los castillos, los naipes, la mirilla y el Meteosat.
Eso pensé cuando me sonó el móvil en el metro y el identificador de llamada me adelantó que era ella. Eso fue lo que me vino a la cabeza en un par de segundos eternos; los que tardé en pulsar la tecla de Ignorar.